La desgracia, la opresión o la injusticia son a menudo el incentivo del reformador, la materia prima del idealista, el manantial del que beben los santos, el acicate
de los altruistas, la motivación de los héroes, el "Hades" del que sólo retornan los caracteres excelsos. Los espíritus superiores se agigantan en la adversidad, se purifican en la desventura; pulen a golpes de infortunio su constitución adamantina. Así, bajo el yugo de los alemanes, en la Polonia ocupada por los nazis, la enfermera católica Irena Sendler trabajaba infatigable en los comedores comunitarios del Departamento de Bienestar Social de Varsovia, encargados de proveer alimento, dinero y ropa a los pobres, los huérfanos y los ancianos de la ciudad. Tras la creación del infame gueto de Varsovia en 1940, cuyo único propósito era mantener confinados en condiciones infrahumanas a poco más de 400,000 judíos mientras eran deportados a los campos de exterminio, se unió bajo el nombre de "Jolanta" al Cuerpo Sanitario del Consejo para la Ayuda de los Judíos, una sociedad clandestina conocida como "Zegota". Ante la posibilidad de que el gueto se convirtiera en un foco de tifus, los nazis consintieron la entrada de Irena y de otros mujeres al gueto, para que llevaran a cabo "inspecciones sanitarias". En el interior del gueto Irena solía portar, como muestra de solidaridad, un brazalete con la estrella de David a pesar de ser católica. Prestaba ayuda a los moribundos judíos y compraba comida y medicinas que introducía de contrabando entre sus ropas. Al enterarse del oscuro destino que aguardaba a aquella gente, visitó numerosas familias judías y las convenció de que le permitieran sacar a sus hijos y entregarlos, con una nueva identidad, a familias u orfanatos católicos para evitar que los pequeños fueran llevados a los campos de exterminio en los trenes de la muerte. Valiéndose de toda clase de subterfugios y a riesgo de su propia vida, logró rescatar del gueto a más de 2,500 niños escondidos en cestas, bolsas de basura, ataúdes, cajas o ambulancias. Elaboró entonces un registro con los nombres de aquellos niños y con los datos de las familias o los lugares de acogida para que pudieran recuperar en el futuro sus verdaderas identidades. Irena fue arrestada y brutalmente torturada por la Gestapo en la prisión de Pawiak, en octubre de 1943. Se le condenó a muerte por fusilamiento y fue salvada en el último momento por los miembros de Zegota, que consiguieron sobornar a un agente de la Gestapo para que le permitiera escapar.
A decir de Michal Glowinski, uno de los niños que sobrevivieron al holocausto, "Irena Sendler fue la estrella más brillante en el oscuro cielo de la Polonia ocupada". Pero esta capacidad de remontar la adversidad, esta virtud de sacudirse el egoísmo y de renunciar a sí mismo para reconocerse en el "otro", esta grandeza silenciosa que ignora el reconocimiento, que rechaza la retribución , que desoye los elogios para escuchar en sus adentros los mandatos de la conciencia; esa cualidad de entender el sufrimiento y las necesidades de los demás, de la que emergen la comprensión, el afán genuino de ayuda, la conexión sincera y profunda con los demás o el deseo de consolar y, en resumen, esas aptitudes tan escasas de "resiliencia" y de "empatía" que tan enfáticamente denuesta nuestro inquilino de Palacio, son acaso los rasgos, las conductas, las actitudes que hubiéramos esperado para quitarnos de la boca el sabor a ineptitud, a impudencia, a desatino y negligencia que ha dejado en nuestras mientes la gestión de la pandemia. Ahí donde esperábamos la visión inobjetable del experto, el apego a la ciencia, la respuesta oportuna, la ampliación inmediata del presupuesto en salud, la compra generosa y expedita de equipos de protección para el personal médico, la cancelación de proyectos superfluos para ampliar la capacidad hospitalaria y mitigar el impacto de la enfermedad; ahí donde hubiéramos deseado la coordinación y el diálogo entre las autoridades federales y estatales (al margen de mezquindades políticas o de intereses electoreros), la compra inmediata de medicamentos con utilidad demostrada en el combate del coronavirus, la promoción de las medidas de prevención y el uso de los cubrebocas desde las más altas esferas de la planilla gubernamental; ahí donde era imprescindible hacer pruebas, pruebas y más pruebas, dar seguimiento a los contactos y emitir mensajes inequívocos en torno a las conductas sanitarias ya preconizadas y aceptadas como útiles en los países con mayor éxito en el control de la pandemia: ahí donde se requería una atención temprana de los enfermos antes de que sobrevinieran las complicaciones mortales, ahí donde era importante paliar el impacto económico de la pandemia para evitar la pérdida masiva de fuentes de empleo; ahí donde debíamos dejar de lado los resabios políticos y los traumas ideológicos para ponderar el interés supremo de la vida humana, nos encontramos con la mezquindad, con los afanes electoreros, con la negligencia criminal, con la soberbia de quien se niega a reconocer el error y la imprudencia. Nos encontramos con el ocultamiento de las cifras, con la tacañería criminal del que no entiende que tratándose de vidas no se ahorra ni se escatima, con el malabarismo pseudocientífico de esos dos matasanos impresentables que dirigen el barco. Nos hallamos en fin con la mentira, con la carencia absoluta de empatía, con las infames declaraciones de quienes "contabilizan" a los muertos, con la bajeza insensible de quien supone que, más allá de sus respuestas exiguas, nada más hay que ofrecer: a fin de cuentas, "los que fallecieron, fallecieron".
Irena Sendler fue postulada al premio nobel de la Paz, fue nombrada Justa entre las Naciones por el Yad Vashem y reconocida como dama de la Orden del Águila Blanca, máxima condecoración civil otorgada en Polonia.
Algunos otros serán reconocidos, con una alusión a su infamia, en el Libro Negro de la historia.
Dr. Javier González Maciel.
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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina.