Nada más emblemático de los alcances de la ambición política que una de las más grandes creaciones de las letras universales: La tragedia de Macbeth,
inspirada en el último de los reyes de la antigua Escocia gaélico parlante, que gobernó del año 1040 al 1057. Macbeth y Banquo, generales de Duncan, rey de Escocia, regresan victoriosos del campo de batalla donde han vencido a los invasores noruegos e irlandeses. En su camino se encuentran en una llanura con tres brujas que profetizan a Macbeth que será muy pronto Thane de Cawdor (título nobiliario similar al de barón) y, más tarde, rey de Escocia. A Banquo le anuncian, de igual forma, que será "tronco de reyes" y que sus descendientes ocuparán el trono de Escocia. Apenas desparecidas las brujas, un enviado del rey Duncan notifica a Macbeth que ha decidido, "como adelanto de una más alta merced", nombrarlo Thane de Cawdor. Al ver cumplida parcialmente la profecía, la ambición de ser rey se apodera de Macbeth. La oportunidad de cristalizar su deseo se presenta pronto, cuando el rey Duncan anuncia que se hospedará por una noche en el castillo de Macbeth que, alentado por su esposa Lady Macbeth, decide asesinarlo mientras duerme. Aunque los hijos del rey Duncan consiguen huir, Macbeth se apodera de la corona. Pero aún hay un obstáculo en su camino al poder, Banquo y su hijo Fleance, quien según la profecía de las brujas, podría acceder al trono. Aunque Fleance consigue escapar, tres matones a sueldo asesinan a Banquo. A partir de entonces. Macbeth no tendrá paz; los demonios del remordimiento lo perseguirán sin tregua. Así, mientras ofrece un banquete y lamenta ante sus invitados la ausencia del buen Banquo, éste aparece ante sus ojos como un espectro ensangrentado, ocupando la única silla que se encuentra vacía:
"¡Atrás y apártate de mi presencia!...¡Qué la tierra te esconda! ¡Tus huesos son huecos! ¡Helada está tu sangre! ¡No tienes mirada en esos ojos que deslumbran! [...] ¡Acércate bajo la forma de un oso de Rusia, del rinoceronte armado o del tigre de Hircania! ¡Toma cualquier forma, menos esa, y no temblarán mis firmes nervios!".
A partir de ese momento no habrá tranquilidad posible para Macbeth, todo en su entorno se volverá contra él, no encontrará descanso ni en sus sueños, y sus manos llenas de sangre le impedirán gobernar: El número y el tamaño de sus "adversarios" tienen ahora la dimensión de sus ambiciones. ¡Al que mucho arrebata, al que a muchos traiciona, al que a muchos menosprecia, al que a todos asfixia, todo le persigue! Encontrará a sus "adversarios" detrás de cada puerta, a cada paso, durante el sueño y la vigilia, en el silencio o en la guerra. Los "espectros" de sus "rivales", los fantasmas de sus "contrincantes", se sentarán a su mesa ensangrentados.
Cerramos el 2020 con el tradicional mensaje de nuestro inquilino de Palacio: "Estamos en este jardín de Palacio Nacional que hemos bautizado como Jardín Nezahualcóyotl; el rey poeta que era amante de la naturaleza, sembraba árboles como este, un ahuehuete que vamos sembrar [...]. Este 2020 que termina ha sido un año difícil, de sufrimiento por la pandemia del Covid, muchos perdieron la vida, familiares nuestros, amigos y conocidos. [...] Estamos sembrando este árbol pensando en el porvenir, pensando [...] que nos va a ir mejor a todos. [...]; a nuestros adversarios, a nuestros amigos, a todos los mexicanos.
Ni el formalismo del mensaje, ni la obligación constitucional de gobernar sin distingos, ni la diplomacia o el espíritu de unión y fraternidad que suele envolvernos en estas fechas, fueron capaces de desvanecer el espectro, la figura ensangrentada del adversario, del rival, del opositor, del detractor. Ahí aparecieron, ante los ojos del "rey Obrador" que al igual que su homólogo Nezahualcóyotl siembra ahuehuetes en el jardín de "su palacio", los fantasmas de sus adversarios; esos que le persiguen, que le atacan, que intentan derrocar su gesta histórica, que lo insultan y lo asedian detrás de cada puerta. Son muchos y de muy diversos rostros: Usted, yo, el vecino, los intelectuales, los escritores, los políticos, la prensa nacional y extranjera, los ex-presidentes, los conservadores, los neoporfiristas, los fifís, los ambientalistas, los chayoteros, las mafias del poder, los pirruiris, los señoritingos, los médicos, los empresarios, las mujeres que reclaman, los hombres que se quejan, los que denuncian la violencia, los que levantan la voz o los que callan: Todo aquel que no se pliegue a sus designios, que no aplauda sus dislates, que no se muestre servil a su mandato, que no comulgue con sus anacrónicos y disparatados proyectos, que no muestre lealtad ciega frente a cada ocurrencia de su mesiánica locura. Sus adversarios se agigantan y se multiplican en la misma proporción en que su ambición se acrecienta. Le perseguirán siempre, al lado de esas víctimas de la pandemia por las que ahora se lamenta y por las que fue incapaz de ponerse un cubrebocas, de incrementar su gasto en salud o de desviar un solo peso de sus arrogantes proyectos. Pronto deberá estar rodeado de un ejército fiel que lo custodie, que lo proteja de sus "íntimos fantasmas": De usted y de mí, de todos los espectros que su paranoia construye con la insignificancia de su intelecto, de todos nosotros que pronto, por el simple pecado de "pensar", seremos incorporados a las filas de sus indeseables.
Macbeth vio avanzar frente a sus ojos el bosque de Birnam (en realidad, los soldados que venían a derrocarlo y que se escondían tras algunas ramas que habían cortado de los árboles) y sucumbió bajo la espada de Lord Macduff (diría yo, bajo el peso y los golpes de su propia ambición).
La ambición desmedida, señor Obrador, puebla de adversarios la paz de los sueños.
Dr. Javier González Maciel
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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología