Nada más repulsivo que el manto de inmaculada virtud con el que suelen cubrirse los mentirosos y los hipócritas; caracteres impotentes incapaces de virtud, amos del fingimiento provechoso, comediantes impúdicos del ocultamiento y el descaro.
Su vida es la crónica de un simulacro, el montaje burdo de una farsa; tras su retórica fementida de simulada virtud esconden su ponzoña, su traición, la indignidad de quien clava por la espalda la daga que asesina. Siempre ambiguos, subrepticios, propensos al doblez y a la vileza, se encaramarán en el poder sobre la cabeza del incauto, se aprovecharán del crédulo u ocultarán sus inmundicias con el perfume barato de la falsedad y la apariencia. Mientras el virtuoso es sólido, sin soluciones de continuidad, el mismo en el decir que en el hacer, siempre compacto y consistente, el cínico es flexible, acomodaticio, elástico, adaptable a las conveniencias y a las circunstancias. Se persignará sólo cuando el otro lo mire, condenará el hedor que emana de su propio estercolero y reprobará la "liviandad" de las prostitutas que frecuenta; su falsa honestidad es un traje hecho jirones, un telón traslúcido que ni oculta ni engaña. Revelado por la inconsistencia de su retórica, dejará al descubierto la brecha inocultable, el abismo infranqueable entre lo que es y lo que pretende ser.
Resulta insultante que el día de ayer en la consuetudinaria farsa mañanera, se haya celebrado la inauguración del "Foro Generación e Igualdad"; un encuentro internacional dedicado a la igualdad de género y a la defensa de los derechos de las mujeres en el mundo, convocado por ONU Mujeres, en el que participaron entre otras personalidades António Guterrez, Secretario General de las Naciones Unidas, Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, y Emmanuel Macron Presidente de la República Francesa. Ahí, la misma lengua que defiende a capa y espada el encumbramiento al poder de un infame violador, la que asume que los movimientos feministas carecen de legitimidad y de "pensamiento" propio al suponerlos meros "montajes" de los "conservadores", la que defiende el levantamiento del "muro de paz" con el que convirtió a las mujeres en las infames "agresoras" y en las "delincuentes" de las que había que defenderse, la que declara que hacerle justicia a las mujeres es incluir a algunas en su gabinete, aunque luego les dicte el guión y las prive de voz propia para manejarlas como inertes marionetas que deben obedecer y aplaudir con gran despliegue de servilismo sus disparatadas ocurrencias, la que desde su retorcida ideología canceló los recursos destinados a los refugios para mujeres que viven violencia extrema, la misma que en su incontrolable verborrea no para de sembrar el odio y la división entre los mexicanos mientras vivimos en un país con casi mil feminicidios al año y con 2,783 homicidios dolosos de mujeres a pesar de las cifras maquilladas, se atrevió a declarar ante el mundo:
"Antes de leer este texto que escribí para esta ocasión, quisiera expresar mi pesar por un lamentable hecho ocurrido antier en Tulum, Quintana Roo, México. Una mujer Victoria Esperanza Salazar, salvadoreña, fue sometida por la policía, por cuatro elementos de la policía de Tulum y de Quintana Roo, fue brutalmente tratada y asesinada. Es un hecho que nos llena de pena, de dolor y de vergüenza. Decir a sus familiares, a las mujeres salvadoreñas, mexicanas, las mujeres del mundo, a todos, hombres y mujeres, que se va a castigar a los responsables. Ya están en proceso de ser enjuiciados y no habrá impunidad". Una característica de nuestro gobierno, a diferencia de otros, es que antes había autoritarismo, se cometían estos hechos con frecuencia y además había impunidad. Ahora no, se respetan los derechos humanos y hay cero impunidad, se castiga siempre a los responsables".
El cinismo es también el asesino del pudor, el más fiel acompañante de la desvergüenza y la desfachatez. Incapaz de armar una frase más en torno a la infame desgracia que viven nuestras mujeres en México, nuestro inquilino de Palacio optó por el "escapismo" de su sobada ideología, como si el mundo desconociera la falsedad de los populismos:
"En este periodo, recordemos que una minoría en el mundo y en México -porque es el periodo de mayor concentración de la riqueza en pocas manos en la historia de la humanidad- una minoría en el caso de nuestro país se apropió de todo, se apropió del gobierno, de los recursos naturales, de los bienes públicos, del presupuesto y hasta de los medios de comunicación [...]. Y apropiándose de todo y con una política antipopular y entreguista empobrecieron a la inmensa mayoría de mexicanos, hombres y mujeres. Es un hecho, y ojalá y no se omita y no se soslaye, que el neoliberalismo es igual a corrupción y a desigualdad. Neoliberalismo es sinónimo de corrupción y de desigualdad. Ahora en nuestro país es distinto, el gobierno no está aplicando la política neoliberal o de privatizaciones, el gobierno no es un comité al servicio de una minoría rapaz, es un gobierno para todas y para todos".
Había que sellar las rendijas de la mentira, evadir a toda costa la temática "inhóspita" donde su falsedad se resquebraja, donde su barca escora, donde su vacua palabrería escuece la lengua y latiguea la conciencia.
"La alcahueta" es un famoso cuadro del pintor holandés Jan Vermeer, elaborado en 1656. La escena es perturbadora. Muestra a una mujer joven con sus mejillas enrojecidas por los efectos del alcohol, que extiende su mano derecha para recoger las monedas que un hombre con sombrero de plumas le ofrece por sus servicios mientras su mano lúbrica le acaricia los senos. Se trata muy probablemente de una aventura extramarital propiciada por "la alcahueta" que, vestida de negro y con la maldad misma dibujada en el rostro, parece ser la ventajosa promotora del encuentro. Pero hay una figura más en la escena; un hombre con semblante festivo que, con su copa en la mano parece indiferente al hecho; cómplice mudo, espectador pasivo. ¿Sobre quien pesa la carga moral?
¡Que alguien se lo diga a nuestro Inquilino de Palacio!: La complicidad, la indiferencia ante el abuso o el crimen, el encubrimiento descarado o la omisión irresponsable son hechos tan deleznables como el delito mismo.
Dr Javier González Maciel
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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina