Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez.
Jorge Luis Borges
Como el perro que aúlla a imitación de la manada, como la dócil marioneta que obedece a los hilos, la voz del esbirro responde a la de su dueño: Nada más revelador de su oficio de sicofante, de su vocación autoritaria e impositiva, que las recientes declaraciones de Ricardo Monreal, coordinador de Morena en el Senado, quien afirmó que las instituciones, los órganos autónomos y el "Poder Judicial corrompido", que responde sólo al "mejor postor", se encuentran en "franca rebeldía, alejándose de la legalidad", por lo que requieren una "sacudida institucional a través de los órganos legislativos".
Nada tan recurrente en el quehacer de las dictaduras que la pretensión de reformar, socavar, violentar o desparecer desde el poder todo aquello que contravenga sus pretensiones, que estorbe a sus designios, que se aparte un ápice de las aspiraciones omnímodas de sus inclinaciones autocráticas. Juego perverso de quien sólo reconoce al "otro" en la complacencia ciega, en la sumisión incondicional, en la obediencia inobjetable, en la lealtad dócil, en la adulación servil; el mismo que será injuriado, atacado o vilipendiado al punto en que discrepe, en que se niegue a plegarse a la irracionalidad del capricho, a las sinrazones de la ambición, a las aspiraciones desbordadas del poder. Todo autoritarismo repudia los contrapesos, los poderes paralelos, los órganos autónomos, la prensa libre, el pensamiento crítico: Montará sobre ellos decenas de epítetos del más variado cuño para justificar su extinción, su repudio o su inutilidad; conservadores, fascistas, oligárquicos, neoporfiristas, neoliberales, da igual, el apellido poco importa mientras instrumentalice el odio, mientras parezca malévolo, fantasmal o amenazante para los ojos del adoctrinado o para el maleable imaginario del ignorante. Preludio de la tiranía, inequívoca señal del sesgo dogmático, de la intolerancia doctrinaria, de la tentación dictatorial; siempre oculta o camuflada bajo el disfraz de la democracia, esa que prostituyen y manosean, esa que suponen una transferencia incondicional, a través del voto mayoritario, de un poder irrestricto, ilimitado e inapelable a su autoproclamado "Salvador", a su representante y vocero de "todas la voluntades", al símbolo y encarnación de la Nación misma.
No resulta extraña señor Monreal su amenaza primitiva, su amedrentamiento burdo. La intimidación es el sello distintivo de la tiranía; mientras la democracia debate, discute, analiza, somete la conveniencia al filtro de la razón, al imperio de la ley, al respeto incuestionable de los derechos individuales, la dictadura impone, "sacude", pulveriza, degrada o dinamita; a decir del multigalardonado dramaturgo, poeta y articulista español Antonio Gala, "la dictadura se presenta acorazada porque ha de vencer, la democracia se presenta desnuda porque ha de convencer".
¡No señor Monreal! No pretenda confundir nuestro intelecto con sus baratijas discursivas. Nada más alejado de la rebelión, de la insubordinación delictuosa, de la sedición, del rompimiento con el orden legal, de la revuelta o de la subversión, de la asonada o el motín, que la resistencia legítima, la defensa racional, el repudio sensato, la señalización oportuna, el desenmascaramiento frontal de su proyecto totalitario, de las aspiraciones autocráticas de su mesías tropical, que a lomos de su entelequia populachera y demagógica, de los gastados caudillismos latinoamericanos, pretende socavar nuestras instituciones democráticas, afianzarse en el poder, imponer en nombre del "mandato" popular su irracionalidad y su capricho. Donde Usted supone rebelión, se yergue la resistencia, la voluntad de los ciudadanos libres, la justa defensa de nuestras instituciones y de nuestros valores democráticos. ¡Resistió el gueto de Varsovia los horrores del antisemitismo nazi, resistieron los partisanos franceses la ocupación alemana y el vergonzoso colaboracionismo del gobierno de Vichy, resistieron los negros la segregación racial en Sudáfrica! Diferencia sutil pero sustancial: No nos rebelamos...resistimos.
Tal vez señor la "sacudida" esté próxima, tal vez la resistencia prospere y se cristalice: el 6 de junio se acerca y el autoritarismo muestra ahora su perfil más deplorable.
Dr. Javier González Maciel
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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina