El problema con el mundo es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas.
Bertrand Russell
"El otro día estaba leyendo a Krauze, pero más que nada su mensaje de Twitter, haciéndome una crítica, entre otras, dice: ‘Dictadura plebiscitaria’.
Fíjense lo absurdo. ¿Cómo va a haber una dictadura plebiscitaria? Pues es un contrasentido, la dictadura no puede ser plebiscitaria porque el plebiscito tiene que ver con la democracia.
El problema de Krauze es que no sabe de política, no sabe de ciencia política y, además, si está ofuscado pues más se confunde."
La ignorancia es necia pues se ignora a sí misma. De ahí su atrevimiento, su conocida avilantez, su tendencia a mostrarse desnuda y descarnada; pero hacer de ella un espectáculo pirotécnico a gran escala, ondearla con frenesí como si fuese el pendón triunfal de un ejército victorioso, lucirla en la frente como la láurea corona de la imbecilidad olímpica o transformarla en un inspirado panegírico de la idiotez mediática, es poco menos que un abuso. Cuando la lengua no corre por los rieles de la razón y obliga a quien la activa a evidenciar la versión más cruda y lastimosa de su desnutrición encefálica, se requiere al menos una dosis de pudor. Cómo se le ocurre señor Krauze meterle un plomazo intelectual a bocajarro a un individuo tan inerme e indefenso? ¿A qué espolear con tanta exaltación al destinatario de sus argumentaciones con las complejidades Weberianas de la democracia plebiscitaria o con el intríngulis de sus aberrantes degeneraciones dictatoriales, estando tan decrépita y escuálida la caballada? La fijeza y la extrema atención que nos dedica una lechuza no significa que podamos discutir con ella los pormenores de la relatividad general o los intrincados misterios de la materia oscura! Así que deje para mejor momento sus exquisiteces académicas que en los desiertos mentales no florecen las ideas.
¡No señor Obrador! No existe contrasentido. La nueva plaga de regímenes totalitarios que amenaza el progreso de América Latina, utiliza a menudo los resortes de la democracia. Al igual que Usted, los nuevos líderes latinoamericanos suelen establecer un sólido vínculo emocional y visceral con las masas, una "liga" directa, identitaria y "reivindicativa" con "las mayorías" a través de un discurso demagógico, plagado de promesas huecas y milagrosas, de nociones vacías, de ilusiones encendidas al calor de la narrativa, que oponen a los procesos de largo plazo en la solución de problemas que caracterizan a la democracia. Con su retórica maniquea, siembran la polarización y la división para crear en el imaginario popular una dinámica de confrontación entre el "nosotros" y el "ellos", entre el "pueblo que afirman representar" y sus "adversarios", los "enemigos de la voluntad popular", esos que presenta como responsables de sus yerros y sus fracasos, como los depositarios fantasmales de todos los males: En este juego perverso y confrontativo, los líderes como Usted suelen encumbrarse como los "salvadores de la patria", como los artífices de la transformación y el cambio. Una vez legitimado su poder a través de esa entelequia llamada "pueblo", revestidos de ese poder "superior" que convierten en un "cheque en blanco", que interpretan y dirigen a placer, socavan las instituciones, pisotean la ley, se adueñan como Usted de los poderes alternos, diluyen y destruyen todo aquello que intente limitar sus designios a través de una coerción constante, de un ataque soterrado y de una violencia verbal incesante sobre la oposición, la intelectualidad y la disidencia . Se afirman en sus vínculos identitarios a través del clientelismo, del asistencialismo y la propaganda; machacan día y noche a las masas con sus eslóganes dogmáticos e ideológicos cargados de "revanchismo", de "resentimiento", de fuertes connotaciones emocionales que encienden las pasiones, que eluden la reflexión y el análisis objetivo. De ahí que como Usted, pueden mentir impunemente y sin pudor. El orden constitucional puede ser socavado, en tanto sea presentado como contrario a la voluntad inapelable y sagrada del "pueblo", que no es otra cosa que el capricho y la voluntad del propio líder. Se crea así la dictadura surgida de la democracia, la autocracia populista que puede perpetuarse "ad infinitum" por la "voluntad del pueblo", a menudo bajo la trampa de la legitimación plebiscitaria. ¡No señor Obrador! ¡El plebiscito puede convertirse en un arma mortal en manos de líderes autocráticos y autoritarios como Usted! Presentado como un diáfano instrumento del ejercicio democrático, es empleado a menudo para pasar por encima de las cercos institucionales y de los procedimientos democráticos, para juzgar al adversario sin tener que activar los procesos que impone la ley (incluidos los ex-presidentes), para justificar abusos o transitar por encima de los intereses de las "minorías". El plebiscito se transforma con facilidad en una herramienta ideal para la manipulación. ¡Nadie lo sabe mejor que Usted! La redacción mañosa es a menudo suficiente para producir los efectos deseados, para reducir a un "sí" o a un "no" lo que debe dirimirse en la pluralidad, en el debate y en el diálogo abierto, para eludir los caminos de las instituciones y de la democracia misma, para "saltarse las trancas" de la legalidad y conseguir el "endoso plebiscitario" que le proporcionan sus adeptos y sus numerosas clientelas políticas y sociales.
Sí señor Obrador, no solo existen las dictaduras plebiscitarias, existe también la "autocracia de los idiotas" que han conseguido perpetuarse en el poder, legitimados desde el plebiscito: Algo así como la "imbecilidad plebiscitaria".
Dr. Javier González Maciel.
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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina