El cinismo, doctrina filosófica surgida en la Antigua Grecia, encontró en Diógenes su exponente principal quien, al igual
que Antístenes, trató de poner al descubierto los vicios de la ciudad. Su llamado a satisfacer las necesidades elementales, sin consideración alguna por las normas sociales y en franca oposición a los valores establecidos, lo llevó a los extremos de la "anadeia" (es decir, de la desvergüenza), que adoptaría como patrón de vida en su paso por el mundo. Como un perro vagabundo, se regodeaba en su impudicia, orinando y masturbándose en público. El perro como símbolo fue adoptado por la secta de los cínicos ya que, al igual que Diógenes, se mantenía al margen de la sociedad humana sin molestarse en esconder sus actos naturales. No había de hecho un insulto peor en la Grecia Antigua que el de "perro"; el que carece de "aidôs" (es decir, de vergüenza). Pero Diógenes asumió con orgullo el calificativo, pues se preciaba de seguir sus pasiones y de "ladrar" a sus enemigos. Con un desprecio pleno por la razón y el conocimiento, marchó a contracorriente de la sociedad de su tiempo; contestatario y desafiante, criticaba y denunciaba todo aquello que a su juicio limitaba al hombre, especialmente las instituciones. Al margen de lo rescatable en las enseñanzas de los cínicos, la impudicia, la desvergüenza, la complacencia en el insulto, la denostación y la provocación gratuitas, la práctica de acciones o de doctrinas vituperables, la descalificación de los valores que respetamos y reverenciamos o la inclinación a satisfacer las propias necesidades sin atender a los medios o a los efectos sociales, han quedado incorporados como rasgos distintivos en el vocablo moderno, en el carácter peyorativo del término "cinismo".
Tras haber abandonado a los médicos a su suerte, sin insumos ni recursos para enfrentar la pandemia; tras haber descalificado las más elementales normas de protección, condenando a la gente al contagio y a la muerte: tras haber roto su promesa de ofrecer plazas definitivas a los cientos de médicos mexicanos que, de forma emergente, complementaron los cuadros sanitarios para la atención de los enfermos; tras haberle negado a nuestros niños la vacuna contra el virus de la covid 19, que con probada eficacia y excelentes resultados han aplicado decenas de naciones alrededor del mundo incluidas Chile, Uruguay, Argentina, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Bolivia, Guatemala, Puerto Rico, Panamá, Paraguay, Perú y República Dominicana; tras haber sostenido en su puesto a dos matasanos criminales que a contracorriente de la ciencia nos situaron como la nación con más pérdidas humanas y con el peor desempeño económico entre los países de la OCDE; luego de haberle pagado 256 millones de pesos a los 585 médicos cubanos (437 mil pesos por cada uno de ellos), que sin acreditar jamás su calidad de "expertos" arribaron a nuestro país durante la pandemia; luego de que los médicos han sido apartados del medio rural, donde tanto se les necesita, debido a la violencia, la inseguridad y los salarios de hambre; luego de anunciar que serán traídos a México 500 médicos cubanos (sin necesidad de certificación alguna), a quienes el gobierno de Cuba habrá de sustraer el 95% de los 145 mil mensuales que pagaremos por cada uno de ellos, para financiar la infame dictadura de la isla, ¿puede haber un mayor grado de falsedad y desvergüenza que la contenida en las desafortunadas declaraciones de nuestro "cínico" por antonomasia?
"...Vamos a contratar a 500 especialistas médicos cubanos...eso tiene a los conservadores muy enojados, pues ¿Saben qué? ¡Qué se vayan al carajo!
"Por qué no traer a los médicos?...Que sepan los conservadores egoístas, hipócritas, que no vamos a dar ni un paso atrás"
"Los médicos cubanos ganarán tanto como los mexicanos...y no habremos de inmiscuirnos en la forma en que la Habana cubre su sueldo.
¡Que Dios perdone la desvergüenza y la impudicia de los perros, de los impúdicos canes... del desventurado Diógenes!.
Dr. Javier González Maciel
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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina