La crisis de los sistemas democráticos y representativos, las abismales desigualdades sembradas en el seno de nuestras sociedades por décadas
de corrupción y mal gobierno, la exclusión constante de grandes sectores de la población que, en la "orfandad y el abandono", han sido olvidados por las políticas públicas, abonaron las semillas, el germen maligno de los populismos de izquierda. Capitalizar las divisiones, arrogarse la representatividad de esa entelequia, de esa masa indefinida y amorfa a la que llaman "pueblo", enardecer sus odios y resentimientos ancestrales para enfrentarla, en un arreglo dicotómico y maniqueo, a una "élite "egoísta y perversa", a una "casta neoliberal " y privilegiada (en la que cabemos Usted o yo, o cualquier forma de disidencia), a la que responsabilizan de todas las desgracias pasadas o presentes (y a la que engruesan o adelgazan a placer y conveniencia), han permitido que una nueva "minoría, tan rapaz como corrupta, tan ignorante como fanática, tan arribista como incompetente, se encarame en el poder. Morena y su titiritero, su mesías popular, su mamarracho doctrinario e ignorante, han construido un nuevo "arreglo", una nueva maquinaria que, al margen de la ley y las instituciones, impone su voluntad sobre las ruinas de la democracia.; ese nuevo "dialecto" político (degradado y decadente) que desprecia la veracidad, que desafía la evidencia, que a contracorriente de "los hechos y los datos" se apoya en la credulidad, en las presunciones apriorísticas, en las "realidades por decreto", en la firme cerrazón del adoctrinamiento y el fanatismo, en la descalificación y el recelo de los "enemigos populares", en el espoleo intencionado de la animadversión y la "venganza".
Así, el orden anhelado, los esperados cambios estructurales en los que se cimientan el progreso y el crecimiento verdaderos (al margen de las ocurrencias, promesas fatuas, falsas reivindicaciones sociales y dádivas electoreras de nuestra acémila palaciega ), deberán esperar: Nuestro "Estado del Bienestar", construido por el decreto de nuestro mamarracho delirante, no parece transitar por la excelencia y el progreso. Pasaremos así del diálogo al monólogo, del consenso a la imposición, de la reflexión y el análisis de la realidad a las "soluciones" ideológicas, del estado de derecho al "no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley", de la conciliación y el concierto a la denostación y el insulto, de la ciencia a la creencia, de la meritocracia y la educación de calidad (calificada por la visión doctrinaria de un funcionario ignorante como "neoliberal, conductista, punitiva, patriarcal, racista, competencial, eurocéntrica, colonial. Inhumana y clasista") a la medianía cerril, de la evidencia al mito y a la mentira cínica, de la transparencia a la opacidad, de la libertad de expresión al ataque sistemático de comunicadores y periodistas, de las reformas de fondo a la compra demagógica de los votos y las voluntades, de la pluralidad a la cerrazón fanática, del combate implacable a la violencia y el crimen a los "abrazos sin balazos", de la protección incondicional de la ciudadanía al pacto delincuencial y a la tolerancia del narcotráfico, del "triángulo dorado" impenetrable y sangriento, al "triángulo de la gente buena" y misericordiosa.
¡Menuda imbecilidad! ¡Menudo destino en nuestro viaje hacia el abismo!
Dr. Javier González Maciel
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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina