Lo vi, lo escuché y lo leí, habló de la terrible historia de nuestro colega Daniel
Blancas que cumplía con su labor de reportero en el Estado de Hidalgo cuando investigaba la vida de la comunidad dentro del núcleo mismo de los delincuentes que ordeñan ductos de combustibles. Fue humillado, fue agredido, fue insultado y amenazado y aún así, con valentía, hay que decirlo, ha hecho pública su versión y hoy es materia de primera plana en el periódico La Crónica de Hoy. Lo ocurrido a Blancas da clara muestra de quiénes mandan en amplias zonas del país. Es el crimen organizado que ha arrodillado a poblados enteros y hace que los vecinos de una u otra forma se enlisten en el cumplimiento de delitos llegando incluso al crimen. Después del 18 de enero volvemos a comprobar cómo colonias completas se han dedicado por años al robo de combustibles y han sofisticado sus sistemas de información, comunicación y logística para evitar ser detectados y aprehendido por las autoridades. Gobernantes varios saben de todo esto y se vuelven complacientes y/o cómplices. No hay, esta es otra verdad, ninguna garantía para que los periodistas podamos ejercer nuestra profesión sin ser perseguidos, secuestrados y desaparecidos. Pero más aún, nadie ha podido brindar protección a la ciudadanía que ve, desde la lejanía, como cambian gobiernos y estrategias sin dar resultados. Alejandro Encinas se refiere a una enorme “fosa nacional” pero todos, todos son corresponsables o debemos olvidar cómo procuraron protección a un acusado de estar vinculando con el hampa y crimen organizado como Julio César Godoy, escondido en un vehículo oficial para introducirlo a la Cámara de Diputados? Por cierto, allá en Michoacàn hay muchos que aseguran que el prófugo camina muy en paz por la Entidad. Pero volviendo a los sucedido al reportero Blancas, queda claro que los sicarios, encapuchados, armados, con radiocomunicaciones, son capaces de burlar un cerco militar y sus cuadrillas de soldados que en apariencia se operó luego del incendio en Tlahuelilpan (sumando ya 127 fallecidos con un pronóstico de que la cifra pudiese llegar a los 150). La experiencia, cruda, de Blancas Madrigal fue en la carretera principal Tepetitlán-Tula. Ahí lo secuestraron. “Tenemos dominada la zona, hay muchos hombres” la advirtieron consistentemente añadiendo que ahí ellos son “los que mandan”. Este audaz hombre del periodismo está vivo no porque huyera del sitio donde lo retuvieron, no fue por descuido de sus captores, no se trata de un ejercicio de forcejeo, no, el cuenta lo que le sucedió porque alguien, un jefe, decidió dejarlo, sólo por eso. Sino quizá en este momento estaría en la larga lista de desaparecidos, o mutilado o incinerado, porque la calcinación de cuerpos no es exclusividad de Ayotzinapa, ese caso, a la izquierda le convino politizarla para destrozar al gobierno de Peña. El aviso de los sicarios fue preciso y no se requirió de una narcomanta o el envío de un dedo cercenado. Dejaron vivo al mensajero pata que quede en testimonio que ni las palabras, ni la promesas, ni la voluntad, ni las conferencias de prensa, van a detener a los matones. E insisto para inquietud del Presidente , el crimen organizado no provoca, actúa!