Cuento algo. Este domingo al acudir al estadio México 68 me encontré, como siempre, con una queridísima amiga, entrañable en verdad por muchas razones. Ella es una
ejemplar funcionaria de la UNAM. Al saludarle le pregunté. “Habrá clases el próximo día 9 de marzo o cerrarán la Casa de Estudios? - Por supuesto habrá actividades sin mujeres.- Pero y los alumnos no tendrán clases si acuden a cátedras de profesoras?”. En ese momento me miro fijamente y me contestó “qué los hombres no pueden hacer nada sin las mujeres?”. Me llamó a sorpresa su réplica y contesté “entendamos este es un asunto de violencia generalizada que nos involucra a todos. Ayer asaltaron y golpearon salvajemente a nuestro compañero periodista Salvador Estrada y se encuentra en terapia intensiva muy grave” y me respondió “necesitarías ser mujer para entender”. La verdad no esperaba una actitud así. En este país están acribillando a seres humanos todos los días. Encerrándose las mujeres no van a resolver el problema porque si es así, a los periodistas los matan por eso, por ser periodistas y a los policías por eso por ser policías y a los niños los fusilan como en el caso LeBaron y los destazan como a Fatima o las los jóvenes los incineran como en Gerrero o los secuestran como a Norberto Ronquillo. El fondo de todo esto es que es un pleito entre buenos y malos, pero a esos, los malos se les ha dado por respetar “porque también son seres humanos” y mIentras crecen las fosas clandestinas nos hacen pensar que colocando zapatos color de rosa a los jugadores de fútbol vamos a mejorar como la ridícula oferta de llamar a las abuelitas para mover la conciencia de los sicarios. Vi en redes sociales imágenes de cómo quedaron dos policia al interior de su patrulla acribillados, abandonados en la carretera y pregunté ¿esto también es por el género? Nadie respondió. Y mi inquietud/malestar crece cuando se olvidan las feministas que había una “mataviejitas” y era mujer; a la niña Fatima la secuestro, la entregó y posiblemente la mató una mujer; a una niña de Coahuila su madre la fue a arrojar a un baldío y ahí la abandonó, y también es mujer; que no fue una mujer la que disparó a quema ropa a unos comensales en Plaza Artz?; hay imágenes de una mujer, si mujer tatuada intentando con el pie aplastar el rostro de su bebé...y podría seguirle o qué ¿necesitábamos que a Salvador Estrada lo violaran para frenar al país?. ¿Las feministas no se han enterado que las más atroces violaciones a hombres se dan al interior de las càrceles donde se suponen hay derechos humanos y protección?. Habrán leído de lo que hacía, decidía u ordenaba la llamada Reina del Pacífico, Sandra Avila Beltrán?. Aquellas que aseguran “las matan” al interior de la UNAM por qué traen mochilas con bombas molotov, chacos, piedras y palos y arrojan pintura sobre los profesores varones acusándolos de “cabrón violador”?. No saben de la existencia de una banda de mujeres, si de mujeres, Las Pelonas, dedicadas al secuestro?. No se enteraron de Joselyn “la niña sicaria que apareció descuartizada en el norte del país, sí una niña cuyo trabajo era torturar y asesinar como muchas otras mujeres que operan como halcones y reclutas dentro del crimen organizado. Estamos como sociedad conforme con el caso de Florance Cassez y sus vínculos con secuestradores?. No se han enterado de cientos de casos de monjas que se prestaban a desaparecer o practicar abortos a cientos de niñas, y si son monjas. En fin, repito, este no debería de resultar un juego de perdonar sanciones laborales a mujeres que quieran encerrase el lunes 9 de marzo o desafiar a los varones para saber de qué somos capaces sin ellas, no es esquema de competencias. I’d tras medimos fuerzas como sociedad, en tanto caigamos en el juego ridículo del gobierno de enfrentarnos por no resolver sus responsabilidades constitucionales, mIentras no entendamos que los asesinos nos están dominando, pues nada más falta que saquemos las pistolas entre nosotros. En tanto yo seguirá queriendo a mi amigo aunque el 9 no vaya a trabajar e intentaremos salir adelante sin ella. La próxima ocasión le preguntaré cuàntos mexicanos, incluyendo a niñas como Fatima o a ancianos como Salvador Estrada salvaron la vida por no ir a trabajar, ni al súper, ni al quirófano, ni a la escuela para saber si entendemos que la ineficiencia está en un solo sitio, la ausencia de gobierno y su pánico a aplicar la ley.