Infames II

Lo leí y me pareció tóxico, no por lo escrito sino por lo descrito. Insisto, me parece que no es revelador el “Rey del Cash” vine a confirmar lo visto,

lo narrado lo que sabemos. Sólo que al seguimiento de las líneas la narrativa nos muestra la inminencia que son los políticos, más no necesariamente la política. Dice AMLO que no va a “polemizar “por qué no se demuestra nada, pues si nos ajústanos a esta declaración diría que él hace lo mismo todos los días: se crea adversario y acusa, califica y sentencia sin pruebas en lo que él llama “deshonestidad intelectual”. Pero lo que hace AMLO es muy grave porque desde el poder divide, confronta y suministra, sin decir nada, sus “otros datos”. Anabel Hernandez, la prologuista, espera que este sea el comienzo de una avalancha de señalamientos documentados contra el presidente, su familia y cuerpo de gobernantes y colaboradores más cercanos que han desvalijado a los pobres, enlutado a la nación y que brutalmente se han enriquecido para comprar favores, impunidad y cargos públicos. Elena Chavez nos lleva de la mano por acontecimientos de manipulación y engaño, de traiciones y humillaciones. Nos deja en claro, vuelvo a insistir, que eta la ante la administración pública más corriente, corrupta e ineficiente. Tiempo al tiempo. No se trata de deducciones sino de vivencias a través de la pluma doblemente valerosa, la de la confidente en un matrimonio y la de la periodista que sabe ver y escuchar con rigor. Que faltan aún más detalles, es verdad, esos que han sido exhibidos y enriquecidos por otros colegas que preocupados documentan hechos que caen incluso no únicamente en la avaricia sino en conflictos de carácter criminal. Cada tema, cada capítulo merecería un libro completo. Fechas y nombres son escasos ante la revuelta de este sexenio: Alejandro Gertz, Romero Deschamps, Quirino Ordaz, Cuauhtémoc Blanco, John Ackerman, Irma Eréndira Sandoval, Rocio Nahle, Esteban Moctezuma, Dolores Padierna, Cuitlahuac García, Paco Ignacio Taibo, Tatiana Clouthier, Florencia Serranía, José Narró Cespedes, Lauda Sansores, Eva Cadena, Horacio Duarte, Felix Salgado Macedonio, Fernandez Noroña, David Monreal, Manuel Velasco y otros tantos más que han participado felices del festín y botín en que han convertido al Estado Mexicano y a su Ejército Nacional. Legisladores anodinos y sin escrúpulos que han buscado el fuero para constituirse en intocables o prófugos como Cesar Godoy cubiertos por sus cómplices del momento. En el libro flotan los más visibles, los que nos cuenta la autora son, digamos, los peces grandes, esos que tienen la confianza de manejar dinero a caudales y que no dan cuenta como Alejandro Encinas en la anécdota salpicada en el libro. Pero hay otros más que desde afuero ya han cooperado como Alejandro Moreno, Omar Fayad, Manuel Añorve Baños, Claudia Pavlovich, Isabel Arvide o el ministro Zaldivar. Historias raras y confusas como Epigmenio Ibarra y los “influencers” que cobran y caro por manifestarse en las “benditas redes”. Todo es una amalgama que ha puesto al país de rodillas anta la brutal estará política y la participación abierta, protegida y cínica del crimen organizado. Personajes que ahí están, pero atrás de la barrita y que apenas unos años atrás, no más de cuatro eran los ideólogos y operadores como Manlio Fabio, o Diego Fernandez o Emilio Gamboa personajes que repartían la baraja y de repente parece se dejan doblar o dominar por lo que la autora llama la secta en el poder. El libro es sencillo en sus anotaciones, pero terco en abrirnos los ojos ante la fétida realidad del país que día con día huele más a cadáveres y saqueo. Mentiras que llegan a la patología de los que se sienten necesarios, poderosos y guías. Generadores de fracturas en los más Preciado de una nación, su integridad y su democracia. “Con los niños no!” exclaman enfáticos cuando se ilustra los abusos de los hijos del presidente, pero callan ante la desgracia de los pequeñitos con cáncer que han sido salvajemente abandonados por un gobierno seducido por los caprichos de una mujer que no tiene más mérito que haberse casado con el presidente aún con la repoblación de los hijos de Lopez. El estandarte de la moral republicana es lo más absurdo frente a la pérdida de escrúpulos en el actuar y en el decir, AMLO espero 18 años para llegar y convertirse en el peor ejemplo de un gobierno. Se auto impuso el calificativo de “legítimo” porque él lo dijo y él se lo creyó, pero para mantener su escenografía, relata la autora, repartía sobres amarillos para comprar complicidades. Personajes como Cuauhtémoc Cardenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ricardo Pascoe, Lilli Tellez, ante las evidencias entendieron tarde lo que ocurría pero participaron junto con Efigenia Martinez en construir el andamiaje para que llegara amlo no a Los Pinos sino al suntuoso Palacio. La izquierda no favoreció a la democracia, se atragantó de espacios que les fueron cerrados en otras habitaciones. Hoy son partícipes de las más triste historia de una nación que es tóxica para el mundo y enteramente insegura para los ciudadanos. Pero el presidente lejos de gobernar pide pruebas de lo que en escaparate vemos todos los días, nuestra degradación patrocinada a través del ejercicio electoral.

CARLOS RAMOS PADILLA*
@cramospadilla
*Conductor del programa VaEnSerio mexiquensetv canal 34.2 izzi 135 y mexiquense radio