En esta singular maniobra disfrazada de las campañas electorales, el primero de marzo de manera oficial
arrancan los propuesta de las candidatas a la presidencia del país.
Un desgastante y desagradable juego político electoral que inició con la irresponsable actitud de amlo por destapar a sus corcholatas. Ahí prácticamente inicio el tenebroso pleito por las candidaturas, por lo menos en Morena engañando a la sociedad con aquellos de encuestas internas para medir popularidad y aceptación.
Este tiempo de “espera” sirvió para medir socialmente las posibilidades de Xóchitl y de Claudia, sus diferencias y sus lastres. Gálvez se presenta cobijada por hombre y mujeres de Estado, con disciplina y experiencia en diferentes ramas.
Xóchitl aprovechó muy bien el tiempo y dio tres golpes certeros: visitó a empresarios y migrantes en Estados Unidos, limó asperezas con España y se acercó hábilmente al Vaticano. Claudia ha estado desaparecida, rodeada por sujetos de amplia sospecha en ilícitos, cargando el ancla de las decisiones presidenciales, sumando sospechas de vínculos con el crimen organizado y sin mostrar empatía con la sociedad. amlo está percibiendo, y anda molesto, que se equivocó con la designada.
Los rasguños en Morena se le pueden infectar. Así el arrancadero está listo y la mejor prueba será luchar contra el lamentable abstencionismo que ahoga a nuestra democracia, esa misma hoy lastimada por el virulento comportamiento del presidente enfrentando a una reportera para concluir que su moral está encima de la ley.
Una moral muy cuestionada por la sería de calumnias a sus oponentes y su relación con la mamá del Chapo. amlo temerariamente está desafiando y pidiendo pruebas, estas que le pueden reventar como las imágenes de su propio hermano Pío recibiendo “aportaciones para el movimiento”.
Adicional a esto debería de vigilar con atención los crímenes en Zacatecas contra familiares de Ricardo Monreal y exigir claridad en asuntos inconclusos y gravísimos como el atentado contra Ciro Gómez Leyva. Luego de las revelaciones del New York Times decidir a las 24 horas irse a exhibir en Sinaloa parece una yo desmedido de reto y cinismo.