Nacho y Diego

Una de las fascinaciones de AMLO es jugar con nombres, cargos y eventos. En la memoria hay mucho datos,

revisemos.

Como candidato a la presidencia propuso a Marcelo Ebrard como secretario de gobernación y así de plumazo, en el noticiario nocturno de Televisa destapó al entonces rector Juan Ramón de la Fuente sin siquiera haberlo consultado. Más tarda al auto nombrarse “presidente legítimo” lanzó atrevidas propuestas para su ficticio gabinete.

Como Ejecutivo Federal se atrevió a violar la ley y promocionar a sus “corcholatas” aún sabiendo que por encima de encuestas Sheinbaum sería su caballo de Troya.

Hace apenas unos días, por sobre la presidenta electa, así nada más, confirmó que el actual secretario de Hacienda continuaría en el cargo en el próximo sexenio.

Ahora llama la atención que una vez más durante su gestión golpea innecesariamente a la UNAM descalificándola cuando la Institución acaba de superar grados de excelencia en el ranking mundial. Pero más allá, ataca a la Máxima Casa de Estudios y a sus integrantes sabiendo que Juan Ramon de la Fuente, hoy en el equipo de transición de Sheinbaum, fue rector durante 8 años y en extraña actitud el universitario ha tragado sapos y guardado silencio.

El presidente no se ha cansado de burlarse y enfrentar a una digna mexicana como la ministra Norma Piña, y apenas hace unas horas, AMLO se atrevió a proponer a dos personajes para llegar a la Suprema Corte adelantándose incluso a su propuesta de elección popular de ministros, jueces y magistrados.

AMLO reconoció que existen riesgos en la elección de jueces, pero también que el pueblo se equivoca menos, por lo que dijo que no hay que tener miedo.”Una minoría quiere seguir teniendo al Poder Judicial para cuidar sus intereses o acrecentar sus privilegios, ojalá todos entendamos que nos conviene el que no haya corrupción, que haya un auténtico Estado de Derecho, y que no se aprovechen que se va apoderar el crimen, no dicen de la delincuencia de cuello blanco porque son las dos”, expresó y añadió que estaría bien que dos perfiles llegaran a la Suprema Corte de Justicia de la Nación como Ignacio Morales Lechuga y Diego Valadés.

Y lo que pareció un sarcasmo, incluso porque ahora sí se atreve a mencionar al innombrable (Salinas), declaró: “Que venga Ignacio Morales Lechuga y diga ‘yo quiero ser ministro de la Corte, fui Procurador con Salinas, ahora soy notario, he hecho esto, y esto, y esto’, considero que la Corte tiene que ser autónoma y estoy en contra de la dictadura y del populismo; el otro, el hijo del historiador, Valadés (que diga) ‘yo quiero ser ministro, he escrito tantos libros, fuir también Procurador con Salinas de Gortari, soy reconocido en el IIJ, soy maestro emérito y quiero participar'”.

Desglosemos, ninguno de estos dos personajes están obligados a ir a donde se le antoje al presidente. Ambos son altamente reconocidos y respetados. Personajes que le rodean y han sido beneficiados por la impunidad también trabajaron con Salians como el propio Manuel Bartlett como secretario de educación de diciembre de 88 a enero del 92 o Marcelo Ebrard (mancuerna de Camacho Solís quien pretendió la candidatura presidencial sustituyendo a Salinas y compitiendo con Colosio) miembro activo del PRI del 77 al 95. Ignacio Morales Lechuga es un patriota por los cuatro costados, hombre honorable y fino en sus convicciones y amigos. Leal a sus principios y generoso en su profesión, ha sido merecedor de distinciones internacionales y conserva el galardón de haber sido el embajador mexicano en Francias con mayores aportaciones a la relación bilateral. El abogado (calificado como todos sus colegas como “traidor” por el propio presidente) ha respondido de la siguiente manera, siempre con clase y categoría: “Agradezco al presidente su propuesta pero no participaré por dos razones, este año cumplo 50 años de haber presentado la oposición para convertirme en Notario, función y profesión que me ha dado grandes satisfacciones y que deseo seguir ejerciendo. Además, no estoy de acuerdo con la iniciativa que afectará a la justicia y al control constitucional”.

Pero más aún, Morales Lechuga ha sido preciso “Para convertirse en Juez de Distrito, los aspirantes deben aprobar un examen de 4 horas sobre Amparo, Derecho penal, Proceso penal, Justicia para Adolescentes y otros temas relacionados. A continuación, deben examinar dos casos y analizar una audiencia para responder a preguntas abiertas ante un sínodo sin apoyo de la legislación.

Este año, de 579 aspirantes, sólo 46 aprobaron todo el proceso. ¿Cómo la votación popular podrá garantizar que los jueces estén preparados y calificados para el puesto?”.

El garlito mediático presidencial no servirá. Está claro que ha pretendido eliminar la autonomía de la Máxima Casa de Estudios, la descalifica y genera el ambiente para que ningún universitario de la talla de Diego Valadez pudieran ganar su ansiada elección y colocarse en la Corte.

Los atributos, experiencia y conocimientos de Morales Lechuga sin duda alguna son útiles y necesarios para el país pero nunca bajo manipulaciones, engaños y trampas. La primer regla universal del ser humano es saber respetar, la que se auto impuso AMLO es: no mentir.

¿Cuál no se está cumpliendo? Y que conste que es pregunta.