El cadaver que dicen existe está con vida y quien está falleciendo es otro. Con esa claridad se ha expresado el presidente
nacional del PRI, Alejandro Moreno, refiriéndose a la vitaminada actividad del PRI y a la decadencia evidente en Morena. Es probable que el PRI presente fracturas internas, ajustes programáticos e incluso recomposición de proyectos pero nada parecido con Morena que trata de sobrevivir luego de que cada día las sospechas de pactos con el crimen organizado y una brutal corrupción en las altas esferas los define.
Las divisiones dentro de Morena se dan por el enorme conflicto de intereses y arrebato de poder entre ellos mismos. Las constantes violaciones a la ley, a los procesos electorales y al abuso en el uso de los recursos públicos los colocan contra la pared.
En esto se incluyen las advertencias y condicionamientos del gobierno de Trump que aquí los asimilan como “triunfos” y en el extremo de la persecución como “defensa a la soberanía”.
El PRI ha sufrido la fuga de funcionarios traidores a sus supuestas convicciones políticas buscando la proyección del gobierno y ofrecerles impunidad a cambio de favores como sumarse a la aprobación de iniciativas y políticas públicas que imponen desde Palacio.
Personajes como Adán Agusto, Andy, Booby, Andrea Chávez, Fernández Noroña, Ricardo Peralta, Manuel Bartlet, Cuauhtémoc Blanco, Rocio Nahle, Abelina López, Mario Delgado y otros, más salpican a la presidencia, al gobierno y a Morena de actos irregulares que los someten ahora a un durísimo juicio social que se puede traducir en castigos penales.
Por ello emprenden campañas de distracción y abierto ataque a adversarios que los desnudan como Alejandro Moreno o Ricardo Salinas Pliego que con pronunciamientos adicionales de Código Magenta y Latinus proporcionan elementos irrebatibles acerca de la putrefacción heredada por la administración de López Obrador y su continuidad con lo que llaman “el segundo piso de la transformación”.
Alejandro Moreno ha sentenciado que es de cobardes tener miedo y con una determinación que destaca su liderazgo presenta pruebas de sus señalamientos al tiempo que ofrece salidas dignas bajo su plataforma tricolor.
La censura a los medios, el castigo y persecución a periodistas y analistas, el hostigamiento a intelectuales que no coinciden con Morena se lleva de distinta manera que con los adversarios políticos a quienes les amenazan con desafueros, auditorías, inhibición de sus libertades políticas, aislamiento, ruptura de alianza e incluso intimidación a familiares.
El PRI ha demostrado que a pesar de la constante incineración política y mediática está dando resultados. En una reciente encuesta sus alcaldes en el país sobrepasan en calificación positiva a los morenistas y panistas. Es decir, la forma de gobernar fórmula simpatías a los priistas además de la franca decepción de morenistas que como en Poza Rica o en Acapulco observan los desvíos de recursos ante la tragedia, el condicionamiento de entrega de medicamentos y víveres, la manipulación política de la devastación y la negligencia en el cuidado de la infraestructura urbana, carretera y eléctrica. En las desgracias de esa magnitud se comprueba que las dádivas asistencialistas son una mala broma de parte de los gobernantes.
La respuesta de Alito a las bravuconadas y charlatanería de Fernández Noroña demostraron lo débil de un sistema demagógico y lo endeble que son sus próceres disfrazados de redentores y héroes acabando en la vergüenza de ser considerados apátridas y traidores, corruptos y desleales.
Creer que los heridos están muertos y así presumirlo es dejar abierta la posibilidad de una respuesta entonces sí, mortal para el arrogante. La campaña de hacer creer que el PRI va a desaparecer y que Alejandro Moreno habrá de sucumbir es falsa y da muestras del nerviosismo del sector oficial.