Guerrero es uno de los estados más atrasados del país. Para decirlo crudamente, es la peor entidad en cuento a índices de desarrollo humano y mediciones de pobreza. Hasta ahora es la que menos índice de Producto Interno Bruto presenta en todo el país. Chiapas pasó de ser el estado con mayor atraso a uno de los que más están empujando en productividad, alcanzando
el 5% en el Producto Interno Bruto, lo que habla de la capacidad de sus gobernantes frente a la incapacidad de los que hasta ahora han conducido a Guerrero. Muchos cánceres tiene el estado donde nací, y el mayor de ellos es el acentuado caciquismo regional y algunas veces estatal. Los Figueroa lo han sido durante decenas de años producto de los derechos que les dio haber sido líderes durante la etapa conocida como la Revolución Mexicana.
Ángel Aguirre también ha sido un cacique, aparte de pendenciero, muy aficionado a las bebidas etílicas y al género antagónico. Aun en los últimos días de su mandato, intentó imponer a su hijo como futuro candidato a la presidencia municipal de Acapulco. Qué bueno que no se lo permitieron, pero tiene muchas cosas por las que debiera responder ante la ley. El señor Rivero saqueó las arcas públicas con sus consanguíneos. Su hermano mayor, que fue quien a la muerte de su padre asumió el costo de su preparación académica, y a quien el señor Aguirre le guarda un singular respeto, era el encargado de autorizar los negocios que se realizaban en las dependencias gubernamentales. Cuando los agraciados o beneficiarios de ellos eran bendecidos por Mateo, que así se llama el hermano, sabían que en la primera entrega ya vendría descontado el 20% del monto de la obra o venta. Así funcionaba el crimen organizado oficial encabezado por el señor Ángel Aguirre Rivero.
Del lado antagónico funciona otro tipo de crimen organizado. Y no es algo nuevo que se hable de crimen organizado en Guerrero, pero lamentablemente la circunstancia en que se da no es entre criminales de poca monta, sino en aquellos que debieran significarse como los principales impulsores del desarrollo en la atrasada entidad. Este crimen organizado está integrado por los maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero, la conocida y reconocida CETEG, y a quienes la mayor parte de los habitantes del estado abominan y temen. Violentos, ladrones, asaltantes, desestabilizadores, incendiarios, salteadores de caminos, y muchos otros epítetos pueden ser adjudicados a esta caterva de primitivos que se dicen profesores.
Otra rama del crimen organizado, y la que seguramente me granjeará brutales adjetivos y reclamos varios, además de uno que otro recordatorio filial, porque seguramente mucho les ofenderá mi aseveración. La Normal Rural de Ayotzinapa es una de las escuelas de formación educativa más conocida del país y hasta ahora una de las más publicitadas después de la desaparición de 43 de sus alumnos y la muerte de tres más en una refriega con la policía de Iguala. El problema de esta escuela es que lo primero que les enseñan a los alumnos es la comisión de crímenes en razón de su preparación para encabezar la lucha por las presuntas reivindicaciones sociales. Qué malo que quienes ahí estudian provengan de los sectores más pobres del país, pero también malo que quienes los enseñan los hacen militar en una célula del crimen organizado que se dedica a robar, asaltar, y a confrontar a las estructuras sociales y gubernamentales. Aunque no les guste a muchos, eso es lo que saben hacer muy bien. Lamentable todo lo que ocurrió, pero también son culpables aquellos que los enviaron a pretender asaltar al delincuente que Iguala tenía por presidente municipal. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.