Ayotzinapa significa río de calabacitas o tortuguitas, y actualmente es una zona conurbada de Tixtla. En 1813, el dueño de la hacienda, Sebastián de Viguri, quedó impresionado con los Sentimientos de la Nación que diera a conocer José María Morelos, en Chilpancingo. El 16 de septiembre de 1818, el señor Viguri decide repartir parte de sus tierras entre los campesinos, y deja
otra parte para que, con sus rentas, se apoyara económicamente a los ancianos, enfermos e inválidos. Después, esos terrenos pasaron a ser administrados por el Ayuntamiento de Tixtla y, en 1931, los profesores Rodolfo Bonilla y Raúl Isidro Burgos, los solicitaron para establecer la normal que funcionaba en casas rentadas en el centro del poblado. Así comienza uno de los mayores dolores de cabeza para quienes habitan la parte central del estado de Guerrero. Más que ayudar, hasta ahora Ayotzinapa ha sido el principal valladar para el avance de Guerrero.
Yo no soy Ayotzinapa porque no comulgo con la idea de la destrucción como condición imperiosa para la construcción de un mundo distinto, que no es otra cosa que un traje a la medida de quienes encabezan esa presunta lucha reivindicatoria. Desde luego que estoy por el esclarecimiento de los hechos que provocaron la dolorosa tragedia que hoy nos tiene con el alma en vilo. Pero también quiero referir que los excesos a que obligan los directivos a los alumnos, están encaminados a sostener un movimiento guerrillero cuyo éxito solamente fluye en sus extraviadas y equivocadas percepciones de nuestra lamentable realidad.
La violencia siempre engendra violencia. Y lo preocupante es que ahora están haciendo el mismo proceso de ideologización con los padres de los desaparecidos. Para quienes los dirigen, el dolor es parte de la lucha y poco les importa si con eso avanzan en sus fines. Por eso no me adhiero a quienes señalan que son Ayotzinapa, porque no saben lo que ahí ocurre y el daño que están causando con ello. Esos son los responsables directos de la desaparición de 43 muchachos y la muerte de tres más. Porque ellos fueron quienes enviaron a los estudiantes a tratar de extorsionar al presidente municipal de Iguala como lo habían hecho un año atrás.
Desde que ocurrió la desgracia, esos que dirigen todo, desde la protección de los muros de la normal, solamente se han dedicado a manipular la ignorancia de padres y alumnos, y protegido los intereses desestabilizadores del ala radical del magisterio delincuencial. Son más de 30 vehículos los que estudiantes y maestros han robado, además de secuestraron a los operadores a quienes tienen en calidad de esclavos para que los lleven a donde ellos indican. Por eso no comulgo con aquellos que dicen ser Ayotzinapa, porque solamente ven lo que les dicen y no lo que pasa detrás de esa escuela de formación delincuencial en que la han convertido los guerrilleros de la tinta y la sombra. Yo soy México, y México es más, mucho más que los desestabilizadores de Ayotzinapa. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.