Cuando las cosas no resultan como uno las ha planeado porque fallaron las previsiones, o porque los cálculos no fueron certeros, o simplemente porque la condición humana cambió las expectativas, lo que mejor conviene es pensar
la forma en que se puede replantear todo el esquema operativo del proyecto. Sin lugar a dudas eso es lo que cualquier político encumbrado y consciente de sus fortalezas y debilidades haría. Porque una de las peculiaridades de un político exitoso es sin lugar a dudas su forma de medir los tiempos y percibir los nichos de oportunidad para lograr impactos que resulten benéficos a su proyecto.
Enrique Peña Nieto ha sido toda su vida publica un especialista en eso, y la semana pasada lo demostró. Es un hombre que ha sabido medir los tiempos y tomar decisiones acertadas. Su cuarto de guerra funcionó siempre de forma milimétrica, y eso le permitió alcanzar la cúspide. Pese a que en los inicios del sexenio las cosas pintaban de la mejor manera para el señor Peña Nieto, pareciera que comenzaron a descomponerse con el lamentable suceso de la muerte de 46 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa en Iguala de la Independencia. Pero también que hubo un poderoso hombre al que no le gustaron las reformas estructurales, sobre todo en materia de telecomunicaciones porque lo obliga a compartir su emporio, ese que el siempre ha considerado como un imperio.
La práctica indica que los Presidentes de la República hacen cambios importantes en su equipo de colaboradores al inicio del tercer año de ejercicio, pero el señor Peña Nieto prefirió hacer los cambios antes, y eso le permitirá llegar con fortaleza al día en que tenga que rendir cuentas a la nación. La redefinición de su equipo es parte de la estrategia de reposicionamiento y fundamental para la segunda parte de su mandato. Para decirlo de otra forma, habrá un informe puntual de lo que se ha logrado, y una redefinición clara y precisa de lo que viene en los siguientes tres años. Peña Nieto tiene muy clara su visión de país, y eso quiere decir que no cejará hasta sentar las bases firmes de ese futuro promisorio que nos ha dibujado en el discurso.
Quizá el tiempo no le alcance, pero las bases de una transformación profunda es mas importante que las reyertas mediáticas de una oposición que no alcanza a entender que para cambiar realidades se requieren acciones contundentes que adecuen las circunstancias para la edificación de esas realidades a las que siempre hemos aspirado. Los cambios siempre son difíciles por las renuencias de quienes no los pueden encabezar. Y la mejor muestra es que una vez firmado el Pacto Por México lo que se dijo en la letra no correspondió a los hechos. Insisto, cambiar realidades no es fácil, y menos cuando son realidades que no convienen a los demás. Pero como dicen por ahí, hay que morir en el intento. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.