En nombre del poder se han cometido innumerables y execrables decisiones que han provocado caos en los esquemas gubernativos del mundo. México también ha tenido episodios lamentables que la historia no puede borrar de sus fastos como fueron los asesinatos de Agustin de Iturbide, Vicente Guerrero, Francisco I. Madero, Emiliano Zapata y Francisco Villa, por mencionar algunos. El poder siempre ha subyugado al ser humano y lo ha obligado a tomar decisiones contrarias a las más elementales normas de la convivencia.
Las dictaduras han tenido altos costos en diversas partes del orbe, y no tan solo en lo económico, sino en la vida de los semejantes.
El poder sirve para construir realidades y cambiar condiciones, y esa debiera ser su principal premisa y no su ejercicio de forma autoritaria en detrimento de las relaciones humanas, esas que debieran estar en el centro de lo que llamamos política. Jesus Reyes Heroles decía que la política es el arte de las relaciones humanas, y la armonía política uno de sus más caros valores. De eso nos olvidamos algunas veces cuando de mostrar y demostrar poder se quiere, aunque con ello rompamos parte de esa armonía que debiera ser uno de los principios fundamentales de las relaciones humanas. El poder tiene una circunstancia: envilece a los hombres cuya impreparación y falta de madurez los hace pensar que pueden tomar decisiones sobre el destino de los demás en nombre de sus propios intereses, o porque presuponen que la finalidad personal pertenece a los altos destinos de la patria. En pleno siglo XXI se siguen cometiendo excesos que hace tiempo debimos consignar en las leyes como delitos graves.
Durante mucho tiempo un grupo de entusiastas jóvenes quintanarroenses estuvieron preparando un congreso sobre emprendedurismo. Fui invitado a impartir una conferencia acerca de los procesos de comunicación para el éxito emprendedor. Por compromisos adquiridos con antelación no me fue posible asistir, lo que lamenté mucho, porque si algo me otorga verdadero gusto es platicar con esos hombres y mujeres que en pocos años serán los responsables de la conducción de este país. Hasta el salón del hotel donde estaban reunidos más de doscientos muchachos, llegaron policías fuertemente armados con la orden de desalojarlos. El pretexto fue que estaban ingiriendo bebidas embriagantes en la comida, lo que no era verdad.
Lo lamentable del caso es que lo que el Presidente Municipal de Benito Juárez, cuya sede se encuentra en Cancún, y quien piensa que tiene posibilidades de ser candidato del PRI a la Gubernatura de Quintana Roo, buscaba evitar a toda costa que el Subsecretario de Turismo, Carlos Joaquin González, y quien aparece en primer lugar en las encuestas tricolores, diera una platica a los muchachos. Esta es una muestra que pese a los tiempos que vivimos, las locuras del poder todavía forman parte de la estupidez humana. Al menos eso demostró Paúl Carrillo de Cáceres, quien con esto pierde cualquier posibilidad de ser abanderado tricolor. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.