Pareciera que el problema de los normalistas de Ayotzinapa no dejará por mucho tiempo en paz a este país.
Y no es que los mexicanos estemos empeñados en que el asunto se resuelva, que es lo obvio y urgente, el problema es que la mayor parte de esta sociedad que ha visto la forma en que se conducen los estudiantes cuando de organizar problemas se trata, ha comenzado a observar con indiferencia lo que realizan los activistas de esa izquierda trasnochada manipulada por quien todavía piensa que puede alzarse con el control del país aunque haya fracasado dos veces en el intento de ganar la elección presidencial. Lo previsible es que las cosas se sigan poniendo mal en función de que los principales actores así lo quieran o manipulen para que así sea.
Cuando Emilio Álvarez Icaza fue nombrado Secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos hace tres años, muchos nos alegramos porque lo reconocemos como un hombre de lucha y un profesional de los derechos humanos y democráticos. Coadyuvó en la construcción y en la consolidación de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. Así, la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa le permitió integrar una comisión de peritos y especialistas para que apoyaran en las investigaciones que encabeza la Procuraduría General de la República, pero más que apoyar se colocaron del lado opuesto de la mesa, y generaron una controversia que mantiene al Gobierno Federal en un debate público con aquellos que lanzaron la versión de que dicha desaparición estuvo operada por el Estado Mexicano.
Ante la ola de críticas a los peritos, la mayor parte de ellas justificadas, Álvarez de Icaza asegura que no hay conflicto de interés, y que quizá lo que no gustan son sus opiniones o su trayectoria, pero que él tiene el derecho de revisar y opinar sobre lo que pasa en todos los países del Continente. Aunque no lo haya dicho de forma puntual, da a entender que hasta en tanto no exista un mandato expreso en sentido contrario, el mantendrá su presencia aunque se le siga adjudicando el conflicto de interés.
En lo personal me parece que el señor Álvarez de Icaza debiera entender que no cuenta con la verdad absoluta, y que en "boca cerrada no entran moscas" porque pareciera que sus palabras van encaminadas a que los mexicanos entendamos que puede hacer lo que le venga en gana. Eso no es bueno porque su militancia en la izquierda lo hace ver las cosas de manera parcial. Eso dio motivo a José Antonio Ortega para pedir su salida inmediata de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a causa del conflicto de interés que tiene con la izquierda Mexicana, y al igual que Álvarez de Icaza, también puede tener razón. El problema de fondo es que todo parece centrarse en la lucha de los contrarios, esa curiosa ley de la dialéctica que presupone que unos no pueden existir sin los otros, pero también hay que decir que ambos tienen conflicto de interés. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.