En México ocurren cosas que en la mayor parte de las veces resultan difíciles de explicar, cuando no inexplicables. Algún día alguien señaló que somos un país "sui genéris" porque la realidad supera con mucho a la fantasía o a la imaginación, y creo que dio en el clavo porque lo que aquí pasa en ocasiones sobrepasa cualquier ejemplo que se pueda dar en el resto del mundo.
Muchas disfunciones presenta nuestro sistema político, pero son las que le otorgan viabilidad y provocan cambios que adecuan las circunstancias a la exigencia de los tiempos. México no se parece a ningún otro país, sus regiones tampoco, y su gente menos.
Finalmente se destapó la cloaca en que convirtieron al penal de Topo Chico allá en la "Sultana del Norte". Y no es que quienes dirigen el sistema penitenciario en Nuevo León no supieran lo que ahí ocurría, simplemente es que la capacidad de los miembros del crimen organizado es mayor que todo aquello que pudiéramos suponer. Ahora resulta que después de una minuciosa investigación, de esas que siempre ocurren cuando de justificar algo se trata, y de un operativo encabezado por el titular de Seguridad Pública, General Cuauhtémoc Antúnez, se descubrió que tanto los reos como los responsables del sistema penitenciario neolonés habían tolerado conductas oprobiosas que debieron merecer al menos algunas órdenes de clausura por la oficina de reglamentos del municipio.
Por principio cuentas, de forma inusitada, o séase inusual o raro a la vez que sorprendente, se descubrió que en el interior del penal funcionaba un bar que hacia las delicias de quienes estaban recluidos. Claro, siempre y cuando pudieran pagar lo que ahí se consumía. Hasta ahora se desconoce si alguna vez hubo presencia de féminas, pero como están las cosas es algo que no se puede descartar. Y para que la cuña apriete, y seguramente fue a instancias de alguien que trabajó en la Delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México, se establecieron 280 puestos semifijos de alimentos y abarrotes que eran operados por la red criminal, y uno que otro concesionado o rentado para quien deseaba tener ingresos extras.
Ni qué decir de las celdas, porque ya habiendo sido convertido Topo Chico en un lugar de esparcimiento antes que en un centro de readaptación social, muchas de ellas ataban equipadas con elementos que envidiarían la mayor parte de los lujosos hoteles de Monterrey y su zona conurbada. Cómodas recámaras, mullidas salas, lujosas pantallas, frigobares, acuarios y baños sauna. Aunque usted no lo crea, eso y más pasaba en Topo Chico, y tuvieron que enfrentarse dos bandos antagónicos parla que nos diéramos cuenta de cuan podrido está nuestro sistema penitenciario. Al "Bronco" no le queda más que apechugar, porque decir que la culpa es de los de antes le puede resultar peor. Seguramente ya entendió que gobernar no es fácil. Al tiempo. La pregunta es: ¿y cuántos reclusorios de este tipo hay en el país? Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.