Veracruz está que arde por donde se le quiera ver. Y no es que las reseñas de lo que se vive a diario en esa entidad sean exageradas, simplemente es que la realidad ha rebasado cualquier relato acerca de las circunstancias en que se ha convertido la habitualidad de los veracruzanos. Los espeluznantes relatos superan cualquier descripción a que nos tiene acostumbrados la nota roja. Pero lo peor de todo es que el señor Duarte de Ochoa ni suda ni se acongoja, y quizá sea porque le importa un comino lo que sientan sus gobernados ya que él está acostumbrado a la comodidad del poder y a que todos obedezcan sus designios. Veracruz es un infierno y parece que quienes gobiernan no se han dado cuenta de ello.
Muchas cosas malas se han afirmado de la administración del Gobernador Javier Duarte de Ochoa en Veracruz, y para desgracia de los veracruzanos y de los mexicanos casi todas resultan verdaderas. No ha sido un gobierno de “"medias tintas”, sino de acciones rotundas cuando de Ineficiencia e ineficacia se trata, pero lo peor de todo es el cariz delincuencial de la mayor parte de sus componentes. Para decirlo de otra manera, Veracruz es hasta ahora el mayor escollo para los tricolores en las aspiraciones presidenciales del 2018, pero de ganar Miguel Ángel Yunes Linares se convertirá en uno de los territorios que pueden definir el rumbo de la elección presidencial del 2018 en favor de la alianza que seguramente construirán perredistas y panistas, y esto ha comenzado a causar enorme preocupación.
La evidencia de la forma tan grosera en que se han dispuesto los recursos públicos para beneficio personal de los integrantes de las estructuras gubernativas, porque tenemos que reconocer que es un síntoma generalizado, ha sido proporcionada no tan solo por la Auditoría Superior de la Federación, y ampliamente publicitada por los medios masivos de comunicación. Lo grave de esta lamentable circunstancia es que no es tan solo la conducta oprobiosa del gobernador, sino todo un sistema que se ha corrompido por las decisiones unilaterales, voluntaristas y personales de los integrantes de la administración pública estatal y municipal. “"En arca abierta hasta el más justo peca” señala el adagio popular, y Veracruz es la mejor muestra.
Pero también al estado jarocho lo corroe el cáncer de la ineficiencia y las complicidades, y el Fiscal Luis Ángel Bravo Contreras es la mejor muestra de ambas circunstancias. Señalar que todo el proceso ha sido apegado a derecho es atentar contra el entendimiento de los mexicanos. La evasión de Los Porkys se debió a su “sospechosa” tardanza por emitir las medidas cautelares. El cuestionado fiscal debió haber utilizado la figura del “arraigo” para evitar que desaparecieran, o en su caso cualquier otro artilugio legal, porque hay muchos. No hacerlo lo convierte en cómplice de la incapacidad del Estado de Veracruz para someter a juicio penal a los llamados “porkys”, o de la evasión. Luis Ángel Bravo Contreras se convirtió en “"el otro Porky”. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.