Hay muchas cosas que se dicen de los hombres y las mujeres públicos, y en la mayor parte de las veces es verdad. Hablar de los políticos no es algo que cueste mucho trabajo porque todo lo que hacen de una u otra forma se sabe. Pero da la casualidad de que no les gustan lo que decimos los periodistas porque se entera gran parte de los
mexicanos porque los medios de comunicación están en todos lados. Dicen que en política el estilo es forma, y la forma es fondo. Al menos así lo estableció el más grande ideólogo que han tenido los tricolores: Jesús Reyes Heroles. Seguramente lo hizo buscando hacer precisiones acerca cómo funcionaba el régimen político, cuya virtud principal era la facilidad que tenía para adaptarse a los cambios propios de una sociedad dinámica a la vez que demandante, además de leal y solidaria a la vez que exigente.
Muchos han sido los hombres y mujeres que marcaron un estilo a la hora de conducir al otrora partido de Estado, pero Reyes Heroles se cocinaba aparte por su lucido pensamiento, su talento y capacidad para otorgarle dinamismo a la operatividad política de la institución, a los cambios sociales, y a decir de los estudiosos, para dotarlo de una sólida base ideológica fundada y motivada en ese liberalismo mexicano que a la fecha lo mantiene vigente. Tenía la particularidad de quitarse los zapatos cuando de meditar algún tema se trataba, y dicen quienes lo conocieron al frente de la Secretaria de Gobernación, que de pronto se le veía en el patio central ensimismado, pensando y analizando los problemas del régimen de José López Portillo mientras caminaba de un lado a otro sin que nadie se atreviese a molestarlo. Por eso ha sido considerado el más grande ideólogo del tricolor.
Enrique Ochoa Reza es ahora el dirigente del partido al que negó cuando buscaba chamba como Consejero Electoral. Al más puro estilo tricolor llego a la Presidencia sin más merecimiento que ser amigo del Presidente de la Republica Enrique Peña Nieto. Desconozco si tenga idea de lo que significa dirigir al partido con mayor raigambre histórica del país, y el que ha detentado el poder, con excepción de dos sexenios, desde su formación en 1929. Pero resulta que las oficinas del Partido en Buenavista no le gustaron al señor Ochoa porque el rumbo es muy complicado, además que el ejercicio de la prostitución por las noches afea los alrededores de las instalaciones. Por eso decidió solicitar la compra de un edificio en La Colonia Polanco, pero como no existen los fondos suficientes, tomó por asalto la casa donde se ubica la Fundación Colosio en las calles de Julio Verne, zona que le viene bien por su alta oferta gastronómica.
Enrique Ochoa Reza no va a Buenavista, hace que todos los que quieren verlo vayan a Polanco. Eso lo convierte en un dirigente clasista y lejano a los principales operadores que tiene el partido al que negó por interés laboral. De mal en peor el proyecto político más exitoso desde la Revolución Mexicana porque sus principales operadores y dirigentes perdieron la capacidad de mantener los pies sobre la tierra. Al tiempo.
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