Cuando el río suena es que agua lleva, dice un conocido refrán popular al que acudimos cuando de explicar algún suceso ocurrido o venidero se trata.Y eso es precisamente lo que en poco tiempo tendremos que explicar ante lo que está ocurriendo desde la
llegada del señor Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, y que nos tiene y mantiene al borde del colapso no tan sólo por sus veladas advertencias, sino por la ineficiencia de nuestros gobernantes que al parecer ya tienen preparada la capitulación de la plaza.
Hemos analizado hasta el cansancio el estatus jurídico de nuestros connacionales que se encuentran trabajando y viviendo desde hace muchos años en el vecino del norte sin contar con un sólo papel que les otorgue legalidad. Antes que buscar esa regularización documental, nuestros gobernantes se han congratulado con el monto de las remesas que envían a sus familiares a nuestro territorio, que son las que palian la pobreza de esos hombres y mujeres a los que nunca hemos construido oportunidades.
Para decirlo más claro, pese a que las cabezas de familia se fueron a buscar mejores horizontes u oportunidades de trabajo a Estados Unidos, nunca volteamos a ver a sus familiares para ayudarles a paliar un poco sus necesidades, y mucho menos para preparar a sus hijos para evitar condenarlos a seguir el mismo camino. Nuestros gobernantes se desentendieron del problema y se contentaron solamente con darles acceso al sistema educativo nacional.
Después de la comparecencia del señor Trump en el Congreso estadounidense, solamente nos queda ponernos a rezar y recibir a esos hombres y mujeres que se distinguieron por su capacidad para trabajar fuerte, mucho y todos los días, porque con la febril actividad que desarrolla el señor Trump para impresionar más a los norteamericanos, está generando un problema de seguridad nacional.
Por lo pronto, José Antonio Meade Kuribreña reconoció que México no tiene la capacidad para hacer frente a una deportación masiva de “dreamers”, por lo que se negociará con las universidades para que puedan continuar con sus estudios. Qué bueno que estemos pensando el los llamados “dreamers”, pero también se tiene que pensar en los parientes de ellos, que seguramente vendrán incluidos en el paquete.
“Si nosotros tuviéramos que enfrentar hoy un incremento de la demanda de matrícula del tamaño del 100 por ciento de los ‘dreamers’ que están fuera, no tendríamos oportunidad de acomodarla”, dijo Meade en conferencia de prensa, y matizó señalando que no habrá una deportación inmediata, pero de darse se buscaría apoyarlos en su retorno. Lo que no dijo es que no tenemos capacidad para traerlos, ni para ayudarlos, y mucho menos para darles trabajo. Así de simple es la tormenta que viene. Al tiempo
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