Esas pequeñas cosas

sinpunto

Muchas cosas pasan por la mente de los gobernantes cuando estructuran los planes y proyectos que pondrán en práctica durante su gestión. En lo personal no concibo que exista alguien con la intención de hacer las cosas mal, y eso quiere decir que los grandes fracasos

encuentran su origen en la falta de pericia, la inexperiencia, ignorancia, desidia, o la soberbia, pero nunca en la mala voluntad. Son muchas circunstancias las que influyen, pero siempre tienen origen en la condición humana.

Enrique Peña Nieto llegó a la Presidencia de la República con un enorme bono democrático y la convicción de que estaba predestinado a convertirse en uno de los Presidentes más relevantes de la historia. El problema es que en el camino se presentaron circunstancias que, para desgracia de los mexicanos, dieron al traste con el proyecto y los resultados. Para decirlo de otra forma más contundente, nunca se despegó la mirada de lo macro, de lo grande y se dejaron de lado esas pequeñas cosas que unidas forman parte de la grandeza.

Haciendo un comparativo sexenal encontramos que Ernesto Zedillo puso el saldo bruto a la deuda en 22.6 por ciento del Producto Interno Bruto; Vicente Fox en 20.4; Felipe Calderón en 33.9 y Enrique Peña Nieto en 49 por ciento. Eso muestra la magnitud del fracaso y la profundidad de la crisis que repercute directamente en la carencia de oportunidades para avanzar en los rubros de salud, educación, desigualdad, infraestructura e inseguridad. 

Para decirlo de otra forma, nos endeudamos sin alcanzar alguno de los cambios prometidos y el fracaso resulta evidente porque los recortes al gasto no permitirán la materialización del crecimiento prometido, presentándose en enero pasado la inflación más alta de los últimos diez años. En el actual sexenio el crecimiento ha sido del orden de 2.1 por ciento, lo que indica que no hemos podido ser capaces de generar oportunidades para la gente.

Lo que más tiene que dolernos es que la educación sigue siendo deficiente, pero las desigualdades en las oportunidades propiciaron desigualdades en el ingreso y por lo tanto deficiencias en la generación de oportunidades. Nos endeudamos sin lograr los cambios necesarios y la consecuencia es que no materializamos en crecimiento prometido. Eso provocó que la desilusión haya ocasionado un brutal erosionamiento del estado de derecho y de la confianza en el gobierno.

La mirada se puso en lo más grande y se olvidaron esas cosas pequeñas, que unidas permiten construir los cimientos para alcanzar el triunfo. El punto de inflexión, sin lugar a dudas, se dio con dos de los asuntos que mayor desgaste han causado al presidente Enrique Peña Nieto: el escándalo de la llamada “Casa Blanca”, y la desaparición física de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos en el paraje de Ayotinzapa en Tixtla, Guerrero. El fracaso está a la vuelta de la esquina. Al tiempo.

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