La contienda electoral del año venidero por la Presidencia de la República tendrá un componente extra: la confrontación directa entre dos bandos ideológicos: la izquierda y la derecha. No se trata de segregar, sino de entender que el aglutinamiento de las fuerzas políticas del país para la definición del proyecto de nación
en los siguientes seis o 12 años, comienza a conformarse. En los siguientes meses podremos observarlo de forma más clara.
Quien mejor lo entiende es Andrés Manuel López Obrador, y ha puesto en práctica la estrategia para adelantarse y meter en un brete a tricolores y blanquiazules. Ya comenzó a construir su canal de negociación con los miembros del Partido de la Revolución Democrática, y como siempre, lleva la delantera y decide el destino de quienes serán sus adversarios y aquellos que lo acompañarán en la empresa de hacerse con la Presidencia de la República.
Aunque a muchos no les guste, más de la mitad de la militancia de izquierda está siendo absorbida por el Movimiento de Regeneración Nacional, pero aún quedan liderazgos reconocidos que tienen un peso específico que necesita asegurar al menos, para contar con cerca del 45 por ciento del electorado en todas las regiones del país. El problema para los otros es que conforme avanzan las semanas, avanza la consolidación de su proyecto.
El llamado que el señor López hizo a la lideresa Alejandra Barrales para conformar la gran alianza de las izquierdas tuvo por verdaderos destinatarios a “Los Chuchos”, que son los que detentan la propiedad de la marca perredista, y a quienes les urge encontrar una definición porque saben que la alianza con los panistas no los llevará muy lejos y pudieran perder la franquicia que los ha encumbrado.
El señor López Obrador lo sabe porque fue responsable del impulso para que se convirtieran en empresarios políticos de alto poder adquisitivo, pero también entiende que los necesita porque su caudal de votos puede marcar la diferencia entre los dos bandos que contenderán por la Presidencia de la República en lo que seguramente será “La madre de todas las batallas”.
Dejar del otro lado a tricolores y blanquiazules con sus satélites del Partido Nueva Alianza y Verde Ecologista le asegura al señor López grandes posibilidades de por fin hacerse con el poder, pero además la oportunidad de controlar las decisiones en el Congreso de la Unión. Mientras panistas y perredistas entran en competencia por la gubernatura mexiquense, el señor López decide que su mejor resultado será el fortalecimiento de la alianza de las izquierdas. De hacerse con el destino de las izquierdas, incrementa considerablemente su posibilidad de triunfo en 2018. Al tiempo.
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