Sin lugar a dudas, la elección presidencial del año venidero se realizará entre las dos grandes alianzas de la izquierda y la derecha. Y no se requiere ser un adivino para predecir el futuro político de este país, ya que todos los involucrados son bastante obvios, y el más predecible es el señor Andrés Manuel López Obrador
quien intentará acorralar a las expresiones de la izquierda mexicana para avasallarlas.
Construir una relación de ayuda y apoyo mutuo para arribar a un destino común no le será difícil al tabasqueño, sobre todo porque al paso que va no sólo aglutinará a los partidos de la izquierda que desde hace tiempo se mueven en torno suyo, sino que los avasallará a cambio de que pueda garantizarles sobrevivencia y recursos públicos. Eso es lo único que atrae a quienes detentan la propiedad de las marcas ya que saben que ni en sueños lograrán hacerse siquiera de otra gubernatura.
Claro está que para ello tendrán que entregar todo lo que tengan, y eso incluye recursos materiales, económicos y humanos, porque el hombre de Macuspana entiende que ésta es la última oportunidad que tiene para alzarse con la Presidencia de la República. Para ello también necesita superar la crisis que surgió en Nueva York con el reclamo que le hiciera el señor Antonio Tizapa, padre de uno de los estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en la fatídica noche de Iguala.
Del otro lado de la mesa estarán panistas y tricolores que hasta ahora han demostrado que se encuentran en el mismo espacio ideológico al extremo opuesto del ocupado por el señor López Obrador y partidos que lo acompañan. Y no se requiere ser un experto en los temas políticos para entender que los otrora izquierdistas del tricolor han mutado hacia el extremo derecho del espectro doctrinario.
Pero también, existe un factor que debe tomarse en cuenta a la hora de realizar cálculos electorales, algo en que nadie ha reparado hasta este momento y que no es otra cosa que el humor social que prevalezca hasta los días previos a la emisión del voto. Mucho cuidado deberán tener panistas y tricolores con sus radicalismos en el ejercicio gubernamental, ya que una decisión mal calculada puede dar al traste con el proyecto.
El traspié en Nueva York le ha costado mucho al señor López Obrador, y se percibe claramente a menos de 48 horas de ocurrido. Mucho cuidado deberán tener blanquiazules y tricolores, además de los integrantes de la cúpula del Verde y Nueva Alianza, cuyo principal motivo de negociación es la reclusión domiciliaria de la otrora poderosa líder del SNTE, Elba Esther Gordillo. La moneda está en el aire. Al tiempo.