Muchas veces se ha tildado de intolerante a quien encabeza desde hace poco más de 10 años el principal bloque opositor: Andrés Manuel López Obrador.
El tabasqueño ha conformado un equipo de hombres y mujeres que saben muy bien hacia dónde van, y lo que se espera
de cada uno de ellos para otorgarle presencia, estrategia, y ese irrefrenable deseo de acabar con todo lo que huela a gobierno.
Respetar el marco jurídico que garantiza la convivencia armónica de todos los mexicanos es una obligación, pero el caso del tabasqueño es distinto porque piensa que es poseedor absoluto de la verdad y aprovecha el encono acumulado por años para intentar destruir a esas instituciones que han sido garantes de nuestra estabilidad, pero sobre todo, del marco de derecho que mantiene vigente el pacto social y el pacto de gobierno.
A causa de ese comportamiento es que se ha ganado el mote de “intolerante”, que no es otra cosa que la acción de no tolerar o soportar las expresiones que se oponen a la suya, sean valores o ideologías que por lo regular son diametralmente opuestas a las que profesa. Pero también hay que señalar su intolerancia con aquellos grupos socioeconómicos que no lo apoyan, lo que aprovecha para radicalizar a sus seguidores.
Los especialistas dicen que la intolerancia como actitud y forma de vida es altamente nociva no tan sólo para la persona, sino para la sociedad misma ya que implica necesariamente un daño a los demás, y en la mayor parte de las veces se hace presente a través de la violencia verbal, física o psíquica. Para decirlo más claro, lo que aprovecha el tabasqueño es el encono acumulado para reforzar sus fines electorales.
De ahí sus diatribas contra el Ejército y la Marina Armada de México utilizando la mentira para denigrar e incrementar la animadversión encono social contra dos de las más leales instituciones con que cuentan los mexicanos. El señor López obrador podrá no gustarle o convenirle la labor que realizan ambas instancias, pero eso no le da derecho para acusarlas de la comisión de delitos inexistentes cuando han sido garantes de la estabilidad nacional y quienes sostienen y mantienen la batalla contra la criminalidad.
Cada vez que el señor López abre la boca para injuriar al Ejército, a la Marina o a la Policía Federal Preventiva, injuria también a los mexicanos, porque ellos son quienes los defienden de las agresiones de hombres como los que el propio López Obrador protegió y que en Iguala provocaran una de las más grandes tragedias de la historia reciente. Los mexicanos no son tontos y saben distinguir entre lo verdadero y los que mienten con tal de hacerse con el poder. Al tiempo.