Quién sabe qué tanto les calaría la decisión del señor Andrés Manuel López Obrador a los principales cuadros del Partido de la Revolución Democrática, que desde hace días le mandan mensajes con la intención de que rectifique y los considere en su proyecto
presidencial. Y no es que el señor López Obrador haya tomado una determinación insalvable, simplemente que antes que pensar en lo que sigue, los perredistas acusaron el golpe y se ven fuera del escenario si el tabasqueño alcanza la Presidencia de la República.
Por lo pronto le otorgan la razón al que fuera su coordinador en el Senado de la República, Miguel Barbosa Huerta, a quien decidieron correr y separar del encargo sin siquiera escuchar las razones de su decisión y la de los senadores que lo acompañaron en la desbandada. Ahora sólo falta que el señor López se los envíe como negociador para regresarles la humillación de haberlo quitado de la fracción parlamentaria en la tribuna más alta del país.
Beatriz Mojica representa una de las falanges más radicales de la izquierda perredista, al igual que Yeidckol Polenvsky Gurwitz, mantiene una abierta veneración por el régimen chavista de Venezuela.
Tanta que durante mucho tiempo fue la encargada de acudir al reparto de dólares que cada tres meses realizaba Hugo Chávez buscando que florecieran las izquierdas en el continente. Desde luego que la señora Mojica estará feliz de que el PRD regrese al manto protector del señor López, del cual nunca debió salir.
Claro está que esa pretensión tendrá que pasar la prueba de las corrientes internas, aunque también hay que señalar que entre la diversidad de integrantes muchos siguen siendo afectos a la doctrina revolucionaria que tanto pregonó Hugo Chávez, y cuyos petrodólares le permitieron implantar el modelo en Ecuador y Bolivia. Los intentos por imponer en México un régimen paralelo no tuvieron el resultado esperado porque las corrientes de derecha lo contuvieron por 12 años.
El problema del PRD es que tiene dueño, y no van a ser los liderazgos menores los que decidan el destino del partido. Por otra parte, esos que tienen ansias locas por que el señor López Obrador rectifique y los incluya en su proyecto tienen muy calculada su decisión. Lo que en realidad buscan es la expulsión del partido para sumarse de inmediato al Movimiento de Regeneración Nacional y asegurar un lugar en el manto del prócer.
Asumir que el tabasqueño se encamina al fracaso electoral simplemente porque no los incluyó en su proyecto, no es más que una forma de llamar su atención. Muchos de los liderazgos perredistas necesitan con urgencia que les tienda una tabla que los salve de morir ahogados en la incertidumbre doctrinaria que les propició la alianza con los blanquiazules. Mientras, “Los Chuchos” hacen cálculos para las posibles alianzas, otros entran en desesperación porque se sienten abandonados por el tabasqueño. Al tiempo.