Sin lugar a dudas la estrategia más completa de los candidatos presidenciales es la que le diseñaron a Andrés Manuel López Obrador. Y es que contiene no tan solo los procedimientos de la publicidad y el activismo tradicionales, sino la posibilidad de enfrentar eventualidades el propio día de la jornada electoral, y un sinnúmero de
posibilidades para asegurar un eventual triunfo que lo catapulte de una vez por todas al primer lugar y evitar así, de una vez por todas, la suspicacia de sus adversarios.
Y no es que el señor López tenga duda de sus posibilidades de ser presidente, simplemente es que las etapas diseñadas por sus consultores se han venido cumpliendo a la perfección, y eso se puede convertir en un dolor de cabeza para esos adversarios que hasta ahora se han mantenido pendientes de las aseveraciones de triunfo que ha realizado el tabasqueño. Para decirlo de otra forma, los estrategas del señor López han tenido la atingencia de fincar un posible triunfo que cambie al sistema político mexicano, y de no ser así, meterlo en una de las posibilidades de que el poder sea alcanzado por la principal fuerza opositora al tricolor.
El problema de quienes hasta ahora han tenido la fortuna de la detentación del poder en este México tan nuestro, es que la posible llegada de un régimen distinto es real, y sobre todo la posibilidad de que exista una nueva etapa de alternancia. Y señalo distinto porque en estos momentos no existen posibilidades de que el actual estado de cosas pueda mantenerse como lo ha hecho desde que terminó la lucha armada en 1917, una vez iniciado el proceso de institucionalización gubernamental.
Sea cual sea el resultado, seguramente México ya no será el mismo que hemos conocido y que hemos vivido. Y esto por la sencilla circunstancia de que la posibilidad de un cambio de régimen es real y necesaria, según lo han establecido algunos especialistas de la forma de gobierno y de los procesos de reconformación social que esperan se tengan que generar a causa de la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador logre alcanzar esta vez la victoria. Y no es que sea necesaria la llegada del tabasqueño al poder para generar ese cambio de régimen, o en su caso, el modelo de gobierno, pero de una u otra forma las cosas ya no volverán a ser iguales.
Si algo podemos señalar de Andrés Manuel López Obrador es que sus posibilidades de triunfar esta vez son mayores que las anteriores, pero también es cierto que el odio acumulado por sus derrotas pudieran generar una dura embestida contra sus adversarios, al grado de pretender borrarlos del espectro político y social que hasta ahora se ha mantenido en un régimen que por fortuna se ha mantenido vigente, pese a las constantes purgas electorales. La alternancia dejó vigente el modelo, pero de ocurrir el previsible triunfo del señor López, ya nada será igual.
Por lo pronto, sigue haciendo su trabajo y anuncia que en cuanto cierren las casillas no se declarará ganador porque el Presidente del Instituto Federal Electoral, Lorenzo Córdova Vianello ha prometido salir a dar a conocer los resultados, que afirma, seguramente le favorecerán. Si algo tiene el tabasqueño es sagacidad, y también podemos tener la seguridad de que habrá una dura secuela poselectoral en el probable caso de que no sea declarado triunfador, porque sabe que esta será su última vez en competencia. De cualquier manera sea cual sea el resultado, este país no volverá a ser el mismo. Al tiempo.