La libertad de expresión es el derecho fundamental que tenemos los mexicanos para decir, manifestar y difundir con toda libertad lo que pensamos sin que por ello seamos hostigados, sancionados o privados de nuestra capacidad de discernimiento, aunque en algunas ocasiones causemos incomodidad entre aquellos a los que se involucran en actos lesivos para el conglomerado humano, y que piensan que silenciando libertades pueden
mantener su estrategia de dominación y de sojuzgamiento en detrimento del libre albedrío.
México ha sido uno de los países donde las libertades se han colocado por encima de los intereses de los poderosos, y que a la vez han sido instrumentos para operar el rechazo a la crítica o a la reconvención gubernamental. Hasta ahora los mexicanos hemos sabido defender con razones y argumentos sólidos esa libertad de la expresión que nos mantiene en la condición de señalar, decir, proponer, reconocer, y hasta para juzgar la actuación de aquellos que encabezan las dependencias encargadas de la procuración e impartición de la justicia.
Una de las libertades más útiles y por lo mismo más preciadas es la libertad de prensa, que asociada a la libertad de expresión se convierten en arma eficaz para desterrar el peligro de los excesos de los gobernantes, quienes una vez en el poder se alejan de los principios de la democracia pretendiendo acallar voces y sumar voluntades sumisas. Por eso la libertad de prensa es lo mismo que la existencia de garantías con las que los ciudadanos tengan el derecho de organizarse para la edición de los medios de comunicación.
Si algo hemos privilegiado los mexicanos es ese derecho a la información consignada en los medios públicos, misma que pudiera estar en peligro con el advenimiento de un nuevo esquema de gobierno. De acuerdo con varios especialistas, una de las estrategias diseñadas para la operación de la publicidad oficial en el caso de que gane Andrés Manuel López Obrador, es que durante el primer año del gobierno no habrá ningún tipo de acuerdo para la inserción de propaganda gubernamental, y esto con la finalidad de que los poseedores de medios entiendan que las cosas cambiarán.
Después de un año de ausencia de la propaganda gubernamental en los medios impresos, desde luego desgastados y quebrados, serán sometidos a los designios de la publicidad oficial, y tendrán que entender que sin apoyo del gobierno no habrá tiraje alguno y mucho menos libertinaje, aduciendo aquella máxima tricolor de “no te pago para que me pegues”.
Para decirlo más claro, será la muerte de la libertad de expresión como hasta ahora la hemos conocido y concebido. La voluntad del “prócer” será así, la voluntad de la nación.
Este es el escenario que altos mandos del Movimiento de Regeneración Nacional han planteado para imponer el orden una vez que el grupo encabezado por Andrés Manuel López Obrador llegue a la Presidencia de la República, y será la forma de evitar que los héroes de la libertad de expresión sigan propiciando una voluntad colectiva contraria al proyecto de quién ya se asume como dueño del país. Al tiempo.