Estamos viviendo momentos de polarización, de odio, y confrontaciones de clase producto de las campañas políticas que se están realizando. Si de algo tenemos
que preocuparnos los mexicanos es de que ese odio acumulado pudiera romper los precarios equilibrios sociales que han mantenido unido a este México tan secuestrado por las falanges políticas, cuyo mayor oficio es estar atizando las diferencias en esa precaria armonía social que podemos perder en los siguientes meses.
Ricardo Alemán, periodista de Milenio y comentarista en diversos espacios radiofónicos y televisivos, fue atacado y vituperado en las redes sociales por atreverse a retuitear una violenta expresión que llama al magnicidio contra López Obrador, pero las cosas se salieron de control debido al odio vertido en su contra por los operadores de redes sociales, a quienes refiere como “chairos” en sus colaboraciones periodísticas, y a los cientos de identidades con que cuentan en el cuarto de estrategia del tabasqueño para las tareas de desgaste.
El problema es que el hecho demuestra que ahora las víctimas son esos linchadores que por cientos de miles invaden el espectro del internet para generar percepciones contrarias a quienes desde una tribuna pública, como es el ejercicio periodístico, disentimos de la manera como el hombre de Macuspana hace política. Pero lo peor es que se están generando percepciones poco favorables para garantizar la paz pública antes y después de los comicios.
No es un problema nimio, porque seguramente, con el posible triunfo de quien hasta ahora sigue conservando la delantera en las preferencias electorales, surgirán falanges radicales que buscarán lavar afrentas o cobrar venganza por los agravios recibidos. Las propias cúpulas empresariales así lo han advertido, independientemente de que diversas organizaciones públicas y privadas también lo hayan externado por haber recibido andanadas de epítetos propios de la intolerancia de quienes ya se asumen como ganadores de la elección presidencial.
El problema no es del señor López Obrador ni de esas feroces falanges que se piensan como miembros del poder presidencial sin que se hayan realizado aún las elecciones. El problema es de la mayor parte de los mexicanos, que siempre evitan involucrarse en la toma de las decisiones porque ese es un asunto del gobierno. De conformidad a lo que está pasando, este es un asunto de todos los mexicanos, y será responsabilidad de nosotros, y únicamente de nosotros, el destino del país, y por consecuencia, de nosotros mismos.
La “puntada” de Paco Ignacio Taibo en el sentido de sacar a la calle al menos a tres millones de personas para defender las decisiones que tome López Obrador como presidente de la República, caló muy hondo en muchos de nosotros, pero observar que su hija Marina utilice la red social para advertir que: “a los que les dio miedo lo que dijo mi padre, les recuerdo que es la persona más optimista que conozco. Así que vayan haciendo las maletas, que el 2 de julio es temporada alta, y sale caro largarse del país”. Vaya con la advertencia, y todavía no llegamos a la elección. ¿Qué sigue? Ojalá no sea algo que lamentemos todos. Al tiempo