Parece que el virtual Presidente de la República electo, Andrés Manuel López Obrador, no le encuentra la cuadratura al círculo y sigue haciendo propuestas que difícilmente habrá de cumplir no sólo porque provienen de sus constantes
ocurrencias, sino seguramente de la calenturienta mente de sus principales colaboradores que todos los días intentan remendar lo que se rompe cuando el propio tabasqueño envía a sus principales colaboradores a decir lo que no quiso decir.
Hasta ahora son varias las propuestas que realizó el virtual presidente electo que ya no serán llevadas a cabo. El propio Andrés Manuel, o sus principales colaboradores, han “descubierto” que muchas de ellas tienen más imposibilidades que condiciones para llevarlas a cabo. Para decirlo más claro, ahora resulta que las propuestas vertidas por el candidato presidencial no fueron más que un catálogo de ocurrencias de momento, y no pueden hacerse realidad porque “saldría más caro el caldo que las albondigas”.
El problema del virtual presidente electo para hacer realidad sus ofertas de campaña es que resultan evidentemente inviables en la mayor parte de las veces, pero también hay que decir que otras están resultado un verdadero disparate por la imposibilidad no tan solo de llevarlas a cabo, sino de hacerlas realidad. Lo propicio hubiera sido que la congruencia entre una circunstancia y otra fuera el principal eje rector, pero en una campaña presidencial desde el punto de vista de la oposición, tiene que ser más fantasiosa que real.
Pero no todo termina ahí, porque si existe algo de mucho mayor riesgo es esa disparatada propuesta de colocar a uno de sus principales colaboradores en cada uno de los estados del país, es decir, nombrar delegados del Gobierno Federal a un hombre o mujer, con el poder necesario para disponer los sí y los no por parte del Gobierno Federal. La desaparición de las delegaciones federales es el principal anuncio del autoritarismo que puede presentarse en el siguiente sexenio.
Un delegado federal con el poder omnímodo podrá competir de forma desleal con los gobernantes de todo el país, porque en la mayor parte de las veces el dinero proveniente de la Federación es mayor en número y peso que el presupuesto de las entidades federativas, no es más que una estrategia de sometimiento para aquellos que no comulguen con la ideología del Movimiento Regeneración Nacional por provenir del triunfo de una fuerza distinta a las que apoyaron al hombre de Macuspana.
Si algo ha distinguido a este país es que los mexicanos decidimos conformar una república federal, donde los estados son libres y soberanos, y la Federación es quien articula los esfuerzos de progreso y bienestar, pero siempre en concordancia y cuidando los intereses de cada una de las entidades federativas. Someter a éstas con el dinero público no es más que una estratagema para desaparecer ese pacto federal que tanto hemos defendido a través de nuestra historia.
Si Andrés Manuel López Obrador pretende tener gobernadores de facto sometiendo a los gobernadores constitucionales a un delegado omnímodo, estará rompiendo el pacto federal y convirtiéndose en un presunto dictador. Al tiempo.