No se si los anuncios de desaparición de algunas dependencias del Gobierno Federal responden a una estrategia meditada y consensuada con especialistas en
cada uno de los campos, porque hasta ahora, el proyecto de enviar a las dependencias a las entidades parecieran responder más a la coyuntura discursiva, a ocurrencias del momento, o simplemente a la búsqueda de marcar la diferencia simplemente por diferenciarse de los demás.
Lo cierto es que ante la indefinición de lo que debiera considerarse como una estrategia de e ciencia gubernamental, la percepción de los mexicanos es que hasta ahora no existe un proyecto serio, con procesos de adelantos en torno a los fines propuestos, que le otorguen certeza a los mexicanos o que al menos propicien dosis de confianza.
Pero también los mexicanos deben contar con la certeza de que el diseño de las diversas etapas han sido discutidas y acordadas por
los integrantes del equipo de primer orden del Presidente Electo. Por lo pronto la angustia se apodera de muchas áreas del esquema gubernativo simplemente porque el Presidente Electo cambia de opinión con suma facilidad, y hasta ahora no se visualiza que algún miembro del gabinete sea capaz de colocarse al frente de las discusiones para tomar decisiones.
La Desaparición del Estado Mayor Presidencial significa uno de los principales retos porque cuenta con elementos de distintas corporaciones, y se ha amalgamado un extenso catálogo de especialidades que no resultará fácil suplir, o al menos mantener porque quienes lleguen pudieran caer en la improvisación con tal de hacer las cosas como las quiere el señor Lopez Obrador. Desconozco si son decisiones que hayan surgido de una estrategia, o simplemente una forma de que los mexicanos percibamos un cambio.
Hasta ahora el Estado Mayor Presidencial lo conforman más de mil 800 elementos de distintas corporaciones, de un sinnúmero de especialidades que surgieron de conformidad a los requerimientos de la seguridad de quienes gobiernan al país, y los elementos de sus familias. Conocer hasta donde se realizará el cambio es incierto, porque la decisión no responde a una estrategia planeada, por
el contrario, surgió de una ocurrencia de campaña, y eso no es más que improvisación.
Para decirlo más claro y contundente, con las muestras de voluntarismo que hemos observado en la mayor parte de las decisiones del Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador, podríamos comenzar una etapa temprana de incertidumbre que podría convertirse en un caos. No se si durante su vida de activista el señor Lopez haya concebido que algún día su empecinamiento lo llevaría a la Primera Magistratura, porque hasta ahora no observo un proyecto de nación consolidado, sino una serie de ocurrencias de momento. La confianza es un no cristal que en cualquier momento puede romperse en mil pedazos.
Al tiempo.
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