Sin lugar a dudas Enrique Peña Nieto optó por la prudencia y ha vivido casi en el retiro desde que Andrés Manuel López Obrador gano la elección para Presidente de la República. Pese a las diatribas provenientes de comunicadores, políticos, adversarios, académicos, o
simples ciudadanos, el Primer Mandatario ha aguantado de todo sin descomponerse o salir a los medios para reclamar o rectificar.
Muchas cosas se han dicho en su ausencia, y otras más seguirán completando el rosario de improperios que han fabricado sus adversarios.
Pero también hay que señalar que los miembros prominentes del Movimiento de Regeneración Nacional han aprovechado la circunstancia para mantener la versión de la excesiva corrupción existente durante los últimos seis años. Sin pretender entrar en un debate, y sin entablar una defensa del todavía Presidente de la República, no existe una gran diferencia entre tricolores y morenistas, porque el historial de los principales actores que ahora protagonizan el destino del país, es tanto o más corrupto que sus adversarios tricolores, aunque por ahora se digan puros y honestos.
Pero también hay que señalar que el propio Andrés Manuel López Obrador ha incentivando la guerra en contra de quien todavía detenta la primera magistratura, y es previsible que arrecie conforme se acerque la fecha de la toma de protesta.
Es claro que no puede olvidar su etapa de activista, porque es el nicho que ocupó durante dieciocho años y le costará un buen tiempo deshacerse de ese per l. Por lo pronto, lo que tiene que entender aunque pareciera costarle trabajo, es que no es dueño del país, y que los dueños somos ciento veinte millones de mexicanos, es decir, tres veces más de quienes votaron por él.
Para decirlo más claro, el Presidente Electo se siente más cómodo en el activismo, y el modelo de persuasión que ha implementado en los últimos años ha sido copiado por sus más cercanos colaboradores, lo que ha provocado divisiones y confrontaciones entre los diversos grupos del morenismo, quienes con sus excesos han venido generando costosas equivocaciones. Ese ha sido el caso de la dirigente del partido, Yeidkol Polenvsky, quien anunció la presencia del presidente norteamericano Donald Trump en la toma de protesta, hecho que el propio Andrés Manuel tuvo que desmentir.
Pero regresando con la paciencia con que se ha conducido Enrique Peña Nieto, pese a las diatribas del propio Presidente Electo tanto durante los años de su activismo social, y después como villano favorito del candidato del Movimiento de Regeneración Nacional a la Presidencia de la República, si de algo ha dado muestras el mexiquense es de estatura política al preferir el silencioso retiro antes que hacerle daño al país polarizando y debatiendo con el tabasqueño, lo que propiciaría un desgaste irreparable en las instituciones.
Andrés Manuel no olvidará fácilmente sus años en el activismo, y por lo pronto anuncia dos nuevas consultas antes de tomar protesta como Presidente de la República, porque le urge tener la aprobación del Tren Maya y la construcción de la Nueva Refinería.
¿Que Esta haciendo con ello? evadiendo la ley, porque las consultas se realizarán en los mismos lugares donde ganó la opción de Santa Lucía. Poco le importa que no tengan legalidad, y ese es el aprecio que le tiene al estado de derecho. De seguir así las cosas cuando tome protesta, pobre país, pobres mexicanos.
Al tiempo.
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