Sin lugar a dudas la etapa que está viviendo el país es inédita y por lo mismo impredecible. No pretendo con ello
decir que caminamos hacia lo desconocido, pero muchas de las cosas que estamos viviendo son producto de ocurrencias y algunas veces de aventuras frustradas que por la naturaleza de sus conformación lo previsible es que no tengan una buena finalidad y mucho menos buenos resultados.
La metodología y la experiencia científica han sido apartadas para dar paso esas “puntadas” de momento que por desgracia después se convierten en dolorosas frustraciones colectivas.
Hasta ahora el encono sembrado durante años está por encima de la razón colectiva, y el vulgo aplaude decisiones lamentables a causa de las muchas frustraciones y la esperanza desperdiciada por los protagonistas de los triunfos pasados que terminaron en severos dolores de cabeza por la impericia, la indolencia y la falta de resultados colectivos.
Cuando se antepone la ambición surge la perversa decisión de la búsqueda del bienestar personal por encima
del servicio a la colectividad, y ese ha sido el principal elemento para el afloramiento del encono acumulado.
El fenómeno de la desconfianza y el enojo siempre esta presente en los sectores sociales que menos beneficios reciben de las decisiones de quienes ejercen el acto de gobierno, y por consecuencia tienen mucho tiempo para madurar y germinar, aunque en ocasiones la maduración y mezcla de todos los componentes implosiona en el momento menos adecuado, y termina por convertir en protagonistas a quienes han estado ahí de forma persistente para recoger las migajas del poder.
Eso explica la serie de hombres y mujeres que tanto han criticado los especialistas por su carencia de preparación, conocimiento, experiencia, profesionalismo, y por la mucha ignorancia que manifiestan cuando de intentar expresar razonamientos profundos se trata.
Pero también hay que señalar son valiosos por la atracción que guardan en ciertos sectores de la población, porque de lo que se trata es de que concentren esa parte de la atención popular que se requiere para la estrategia de posicionamiento social.
Personajes como Nestora Salgado, Napoleón Gómez Urrutia o Sergio Mayer, se convierten en piezas útiles al concentrar la atención por su rudimentaria preparación, pero quitan el foco a lo verdaderamente importante, pero sobre todo a eso que realizan los encargados de la operación política en territorios de nidos, estratos sociales determinados, y círculos de poder olvidados y alejados.
Así de simple ha sido el diseño de la estrategia de posicionamiento, y el resultado está a la vista.
Andrés Manuel López Obrador es desde hace mucho tiempo el líder de un movimiento social, pero ha tenido la virtud de rodearse de quienes lo obedecen ciegamente. El activismo político desplegado por muchos años rindió sus frutos, pero ahora es el tiempo de los escogidos, esos que fueron seleccionados para hacer gobierno, aunque en otros tiempos hayan sido ladrones alejados del país.
Todo tiene una finalidad, y los que ahora se encargan de la principal batalla en el Congreso para someter a los otros poderes, pasaran a segundo plano cuando de tomar decisiones de estado se trate. Así de simple la ecuación del papel de cada cual en este movimiento denominado Morena, porque el personaje principal seguirá siendo apabullante, desafiante y excluyente. De eso podemos tener toda la seguridad.
Al tiempo.
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