Sin lugar a dudas Mexico ha comenzado a cambiar drásticamente y quizá de forma desordenada. Pareciera que las
prisas están causando zozobra en amplios sectores de la sociedad porque hasta ahora nadie se ha preocupado por explicar a los mexicanos hacia donde se está encaminando ese pretendido cambio que nos han anunciado en los encendidos discursos de los principales actores de La mal llamada “Cuarta Transformación”, y que hasta ahora se ha centrado en la siembra del odio para marcar el antes y después.
Pero sobre todo, para que los mexicanos de todas las latitudes entiendan la implantación del nuevo proyecto social con la construcción de una sociedad más igualitaria aunque disminuyan las competencias de aquellos que por su excelencia han ascendido en la escala social y se han convertido en actores principales de la generación de riqueza que le han permitido a este país mantener un incuestionable ascenso en el concierto de los países situados en el grupo de las naciones emergentes.
La petición que lanzara a los empresarios del país una de las principales funcionarias del gobierno encabezado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de la necesidad de igualar los altos salarios de los funcionarios de la iniciativa privada a los que tendrán los miembros del servicio público, pareciera un brutal disparate para quienes se han esforzado en superarse para avanzar en la generación de riqueza. Para decirlo más claro, el actual Gobierno de Mexico, de tintes claramente centralistas, avala los procesos de precarización de quienes se han afanado por incrementar sus competencias.
Que bueno que este nuevo régimen que encabeza Andrés Manuel López Obrador tenga aspiraciones de alcanzar en el corto plazo una sociedad más igualitaria o menos desigual, circunstancia que ha sido reseñada por los especialistas del diseño de los procesos económicos de todas las latitudes, pero que malo que para ello se tengan que diseñar estrategias que vulneren el derecho de quienes se distinguen por su talento de emprendedores, porque ahora estarán condenados a que sus utilidades se vean disminuidas drásticamente para satisfacer la aspiración gubernamental de tener y mantener una sociedad menos desigual.
El problema es que antes que estructurar un proyecto en el que se procure que las clases más rezagadas de nuestro país tengan elementos y oportunidades para alcanzar mejores lugares en la escala social, se comienza por pretender redistribuir la riqueza disminuyendo los salarios de los principales elementos de la iniciativa privada, para contar con recursos suficientes para que oficiosamente las clases rezagadas puedan acceder al mismo nivel de bienestar. Me parece que lo único que conseguirán es desaparecer las competencias de los emprendedores y por consecuencia abonarán al empobrecimiento de quienes han alcanzado el éxito.
Desconozco si esta es una estrategia planeada, estudiada o experimentada ya en otras latitudes, como para que los mexicanos que han luchado toda la vida para hacerse de un patrimonio personal tengan la certeza de que podrán insertarse en una sociedad que les permita mantener vigente el producto de su lucha diaria. Francamente no observo un proyecto de gobierno y mucho menos un proyecto que mejore las relaciones de nuestra sociedad. Pretender igualar circunstancias sociales por decreto me parece aberrante, porque no Tan solo provocará decepciones en quienes se han esforzado toda su vida, sino la contaminación de quienes todo lo quieren sin realizar el menor esfuerzo. Desgraciadamente veo un gobierno desarticulado, y funcionarios de alto nivel con un lamentable catálogo de ocurrencias y porque no decirlo, de estupideces. Por cierto, se vale copiar. Al tiempo.