Bien dicen por ahí que los pueblos tienen los gobiernos que merecen, y en lo personal
creo que cuando los pueblos se equivocan los males se convierten en desastres. Eso le ocurrió al pequeño estado de Morelos, y ahora su gente está pagando haber elegido a un gobernador simplemente porque fue un buen futbolista y porque estaban hastiados de los políticos tradicionales que poco o nada pudieron hacer ante el mayor flagelo que enfrentan los mexicanos: la inseguridad pública.
La descomposición social en el pequeño estado ha ido incrementando ante los dislates y ocurrencias de quienes ejercen las tareas de conducir el destino de los morelenses en la esfera de los gobiernos estatal y municipales, y pareciera que unos como otros lo único que han logrado es abonar a esa descomposición porque antes que velar por los intereses de la gente se han dedicado a velar por los intereses monetarios de la infinidad de negocios que se realizan desde el poder público.
Cuauhtémoc Blanco fue un excelente futbolista que marcó una época no tan solo en México, sino en diversas partes del mundo donde supo mostrar su calidad deportiva. Ganó mucho dinero tanto en México como en el extranjero, pero cuando mermaron sus condiciones físicas tuvo que escoger entre la farándula y la política, aunque habrá que decir que nunca fue un hombre que hiciera de las suyas con el sexo opuesto ya que su físico no es el de un galán cinematográfico.
Pero también hay que decir que tampoco en el ejercicio de la política ha mostrado su mejor perfil, porque no es un profesional del estudio y de la preparación académica, sobre todo en materia política y administración pública, pero la gente estaba dispuesta a darle una oportunidad por la fama que adquirió con su habilidad futbolística. Los morelenses decidieron que después de Graco Ramírez Garrido Abreu, en cuyo gobierno su hijastro puso y dispuso a su libre albedrío para construir una considerable fortuna, Cuauhtémoc Blanco, que tuvo la experiencia de la Presidencia Municipal, podría ser un buen gobernador.
Siendo Alcalde de Cuernavaca le otorgó un enorme poder a José Manuel Sanz, quien fuera apoderado de Hugo Sánchez y después desempeño el mismo papel con Cuauhtémoc Blanco como exitoso futbolista. Y para señalarlo con mayor claridad, el señor Blanco se dedicó a la disipación mientras el señor Sanz se encargo de hacer gobierno y tomar decisiones que de una u otra forma los morelenses aceptaron sin decir mucho, y menos reclamar. Pero como dije en líneas anteriores, ante los excesos del hijo adoptivo del gobernador, los morelenses cambiaron de opinión y eligieron a un futbolista.
Hoy el mayor problema de los morelenses es esa pareja que integran Cuauhtémoc Blanco y José Manuel Sanz. No han logrado serenar los ánimos de los morelenses, quienes hora reclaman airados los resultados que debieron tener desde hace muchos meses. Lo peor es que el Gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, ha lanzado la exigencia a las autoridad es de Morelos para ocuparse de sus asuntos en materia de seguridad, pues en esa entidad operaba Santiago Mazarí, El Carrete, y uno de los principales líderes del crimen organizado. Lo mejor que podrían hacer Cuauhtémoc Blanco y José Manuel Sanz es tomar unas vacaciones permanentes. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.