Al más puro estilo de lo que ha sido el Sistema Político Mexicano, el Presidente de la Republica, Andrés Manuel López
Obrador, ha comenzado a mostrar sus ambigüedades cuando de tomar decisiones se trata, y más cuando pretende otorgarle asignaturas distintas a lo establecido por los regímenes anteriores. El problema es que no existe hasta ahora una estrategia para suplir en eficiencia e impacto social los programas que ha venido suprimiendo y que durante mucho tiempo paliaron las carencias de amplios sectores poblacionales.
Para decirlo más claro, Andrés Manuel López Obrador es un tipo obcecado, pero sobre todo casado con lo que piensa se debe hacer, o simplemente porque así se le ocurrió o lo determinó en uno de sus momentos de voluntarismo personal. Hasta ahora no existe una estrategia de gobierno que le otorgue certeza y dirección a cada una de las instituciones, y mucho menos para los organismos paraestatales o de participación gubernamental. Lo peor es que desde el gobierno se ha consentido un genocidio al dejar morir a la gente por la irresponsable carencia de medicamentos.
Para decirlo de otra manera, el dinero que los mexicanos aportamos para el sostenimiento del aparato burocrático y los programas gubernamentales, ahora se direcciona de acuerdo a las indicaciones personalísimas de quién encabeza la estructura de gobierno, y quien prefiere otorgarle un cariz electorero al más puro estilo de lo que tanto criticaba en sus disertación públicas. Para decirlo más claro, el Presidente de la Republica salió tanto o más cínico que priistas y panistas en el ejercicio del poder, y pudiéramos decir que pasara ante la historia como uno de los principales genocidas.
Hasta ahora esas ambigüedades a las que me he referido han sido la constante no tan solo en el discurso presidencial, sino en las operatividad de las instituciones cuyos principales funcionarios tratan de interpretar cada uno de los discursos en los que habla de los beneficios de su gobierno, para implementar acciones que permitan a los mexicanos pensar que las cosas se están cumpliendo, aunque la realidad indica que las ocurrencias siguen a la orden del día.
La transformación de los programas gubernamentales que le otorgaron éxito a los gobiernos anteriores ha sido garrafal. Hasta ahora el bodrio con el que se ha intentando suplir el “"Seguro Popular” ni siquiera ha funcionado porque carece de elementos que permitan la inscripción, pero sobre todo, la operatividad y la finalidad inmediata que es la atención de los sectores más vulnerables de la población de todos los rincones de este inmenso país.
Destruir nunca ha sido una estrategia, la complementación y modernización de los elementos gubernamentales para mantener vigente la ayuda a los más necesitados en materia de salud y alimentación ha significado un grave retroceso en todas las regiones del país. México no merece tanta estupidez e ineficiencia, pero así lo decidieron los votantes. En lo personal creo que el odio sembrado durante tantos años por quien ahora detenta el poder está al borde del fracaso. México y los mexicanos no merecen una circunstancia como la que estamos padeciendo.
Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.