EL OLOR DEL DESASTRE

Sin lugar a dudas en la mayor parte del territorio nacional las cosas no están bien. Y no pretendo ser

 alarmista, porque bastantes quebraderos de cabeza hemos padecido los mexicanos en menos de año y medio que inició el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Pero también debo señalar que no se trata de materializar la inquina que muchos actores políticos han pretendido utilizar para acumular encono en torno a la figura de quien por ahora detenta la Presidencia de la Republica.

Siempre he dicho que el primer requisito para que le vaya bien a México es no volver a equivocarnos en la elección de quien deba encabezar los destinos de más de cien millones de habitantes que tiene este país, pero pareciera que el costumbrismo siempre va en contra del razonamiento y terminamos por elegir al menos preparado, aunque haya pululado por todo el territorio despotricando en contra de quienes gobernaron y ofreciendo que haría un gobierno honesto, y que estarían los mejores hombres y mujeres del país, con experiencia probada y con la honestidad por delante.

No pretendo ser agorero de los malos tiempos, pero creo que los mexicanos nos volvimos a equivocar porque la mayor parte voto con el corazón y no con la cabeza, por ello, ahora padecemos el peor desastre de los últimos cincuenta años, porque se han derrumbado las esperanzas de los hombres y las mujeres de todas las regiones del país, pero también debo señalar que al igual que muchos gobiernos anteriores, nos están robando de la peor manera y se están llevando nuestros caudales a compartirlos con hombres y mujeres de otras naciones.

Tanto a Andrés Manuel López Obrador como a Marcelo Ebrard les ha entrado un tremendo gusto de andar “saludando con sombrero ajeno” como dice el refrán, porque pretenden consolidar el liderazgo del Presidente mexicano entre los gobiernos populistas de América Latina. Por eso la entrega de recursos a El Salvador, Guatemala y Honduras con el pretexto del programa “"Sembrando Vida” y evitar así la inmigración, lo que desde luego no ha resultado porque los centroamericanos siguen intentando llegar a Estados Unidos.

Habrá también que señalar que Andrés Manuel López Obrador ha mostrado el cobre ante sus propios coterráneos al convertirse en “"candil de la calle y oscuridad de su casa” a través de su tónica de apoyar a gobiernos de tendencias populistas con la finalidad de convertirse en el líder de la zona, pero lo más grave es que ya comenzó con las amenazas a los empresarios locales y ha llamado al Sistema de Administración Tributaria a convertirse en la Santa Inquisición.

Quince grandes empresarios deben cincuenta mil millones de pesos al fisco en este país, y entrarían en quiebra si cubrieran sus adeudos hacendarios. Pero eso poco le importa al Presidente, porque necesita dinero para seguir regalándolo a su base social para preparar la siguiente elección desde ahora y aprovechando que los otrora partidos políticos gigantes siguen empequeñeciéndose.

Como quiera que sea, no la tiene fácil el tabasqueño, porque hay mucho encono entre los mexicanos, y seguramente serán ellos quienes decidan la suerte de Morena y los ladrones que tiene regados en todo el país. Al tiempo.

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