SEXENIO EFÍMERO 

Nunca se posee la razón completa. Y menos cuando desde la cúspide del poder se menosprecia la

 Nunca se posee la razón completa. Y menos cuando desde la cúspide del poder se menosprecia la capacidad de entendimiento de la gente. Si bien es cierto que una gran cantidad de los mexicanos eligen sus opciones políticas por la simpatía o porque sus aspiraciones se ven reflejadas en quien las ofrece, también lo es que ese sentimiento de empatía puede terminar de la forma más abrupta cuando se traicionan las aspiraciones colectivas y comienza a cundir en la sociedad el desengaño y la desesperanza.

Por desgracia eso le ha ocurrido al Presidente Andrés Manuel López Obrador, y no lo quiere entender. La bandera que durante mucho tiempo se convirtió en el principal mecanismo de atracción, hoy ya no le resulta porque los pobres de este país que antaño lo idolatraban y vitoreaban, se sienten traicionados, abandonados, olvidados, pero sobre todo, engañados, porque fueron la punta de lanza para que alcanzara la Presidencia de la Republica, y al cabo del tiempo sus condiciones de vida son ahora peor.

Las clases media y alta que siempre observaron con escepticismo sus disertaciones acerca de la eficiencia gubernamental y la honestidad en el manejo de los caudales públicos, hoy observan con mucho encono los excesos cometidos desde las entrañas del poder, y el odio que sigue sembrando por todas partes contra esos que llama “Conservadores”, y que son los que con sus inversiones mantienen funcionando las fuentes de empleo en todas las latitudes.

Bien señalan los estudiosos del fenómeno económico que no se puede pretender generar riqueza sin el trabajo constante de quienes propician el crecimiento de las oportunidades, de aquellos que arriesgando su capital invierten para multiplicar sus caudales fortaleciendo las cadenas de producción que propician las condiciones para el establecimiento de los elementos para la generación de plazas y hacer exitosa la cadena productiva, siempre al amparo de las condiciones establecidas por el propio Estado.

Esas condiciones están ahora vedadas porque así lo ha decidido el Presidente de la Republica en otra más de sus constantes equivocaciones. El mundo enfrenta una pandemia que ha postrado a la gente a permanecer en sus casas, y en las principales economías del mundo los gobiernos han establecido mecanismos de apoyo mediante condonaciones fiscales para que se mantenga la planta productiva y del empleo. Para decirlo más claro, empresarios y gobierno en un pacto común para paliar la crisis y apoyar a las clases desprotegidas.

La temeraria disposición de Andrés Manuel López Obrador ha sido brutalmente ofensiva al entendimiento y a la concordia social ya que pretende obligar a los empresarios a que paguen salarios completos mientras dure la pandemia del coronavirus sin ningún estímulo fiscal. Para decirlo más claro, el Gobierno Federal, quien tiene la obligación de velar por los mexicanos, abyectamente abandona su obligación y pretende obligar a los empresarios a que lo hagan de forma imperiosa, cosa a la que se han comprometido, sin recibir a cambio ningún estímulo fiscal. La crisis estallara en menos de treinta días porque comenzarán a cerrar las micro y medianas empresas. No quiero pensar que lo hace para enfrentarnos los unos a los otros. La ignorancia supina de López Obrador y su mendicidad personal es lo peor que le ha podido suceder a este país. Al tiempo.

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