Al igual que los tricolores, los morenistas se acostumbraron a mantener una abrumadora mayoría
en la preferencia de los mexicanos, y comenzaron a cometer los mismos excesos que tanto fastidiaron a la gente en el pasado reciente, al grado de hacerlos abandonar el poder. Durante la hegemonía del partido único, y después en la etapa conocida como la de “Partido de Estado”, los tricolores vivieron en una larga luna de miel con el poder, en donde las minorías se conformaban con acompañarlos y se supeditaban a los intereses del régimen en turno.
Hasta ahora el Movimiento de Regeneración Nacional creado por el Presidente de la Republica, sigue manteniendo mayoría en ambas cámaras, lo que le ha otorgado la posibilidad de realizar todo tipo de modificaciones a los ordenamientos legales para alcanzar la consolidación de su proyecto de partido, de país y de régimen, pero como dicen por ahí, las aguas volvieron a colocarse en su verdadero nivel y pareciera que nuevamente tendremos minorías estables con posibilidades de incrementar sus militancias de acuerdo al desarrollo de los acontecimientos rumbo a la elección intermedia.
Hoy las preferencias electorales del Movimiento de Regeneración Nacional son casi similares a las de panistas y tricolores, y la única ventaja es, insisto, su mayoría parlamentaria, por lo que su capacidad de maniobra pudiera significarse como la diferencia a la hora de buscar nueva militancia. Pero también esas preferencias o la disminución de su presencia electoral dependen con mucho de la toma de decisiones que haga el Presidente de la Republica.
Como quiera que sea, lo cierto es que la drástica disminución del Movimiento de Regeneración Nacional en las preferencias de los mexicanos preocupa no tan solo a los principales dirigentes del partido, que hasta ahora han sido los responsables de la suma o resta de los adeptos, pero también hay que reconocer que su principal baluarte sigue siendo el tabasqueño, y en función de ello es que el alicaído movimiento tratará de incrementar nuevamente su mayoría a través de la esperanza, esa que ha sido el producto más acabado de la carrera política de Andrés Manuel López Obrador.
También hay que reconocer que pese a los agobios de un encargo tan difícil, la habilidad del Presidente de la Republica puede marcar la diferencia en cualquier momento, y seguramente las acciones del Estado Mexicano estarán orientadas al rendimiento electoral, pero la parte más importante de la estrategia seguirán siendo los programas clientelares que tantos éxitos le han procurado al morenismo. Pero como dicen por ahí, también habrá que considerar la peculiaridad de que los adversarios no se quedarán quietos.
De cualquier manera, hoy las fuerzas políticas están equilibradas en preferencias, y ninguna alcanza los veinte puntos porcentuales. Quien tenga la habilidad de diseñar una campaña novedosa, atractiva para los votantes, y con mensajes distintos de los que hasta ahora han venido estructurando, pudiera alcanzar una mayoría pírrica que seguramente no le permitirá alcanzar la mayoría parlamentaria. En un escenario así, todos tendrán que sentarse en la mesa de las negociaciones para diseñar el país de los siguientes tres años. Al tiempo.
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