Siempre he pensado que el Vocero Jesús Ramírez Cuevas no es más que un pobre mensajero de las
instrucciones que envía el Inquilino de Palacio Nacional, porque lo único que ha demostrado hasta ahora es una inmensa saña para retirar de los medios de comunicación a los periodistas que no le caen bien o que simplemente nos hemos vuelto críticos de Andrés Manuel López Obrador, a quien de ahora en adelante no reconoceré como Presidente de la Republica porque no vote por el, y aunque haya ganado, para mí sigue siendo el inútil pendenciero y saqueador de siempre.
Insisto, podrá seguir siendo el Presidente de la Republica, pero en lo personal nunca consideraré que tenga la estatura de quienes lo antecedieron y a los que tanto ataca pretendiendo quitarles los méritos que tuvieron durante su gestión. Lo único que puedo señalar ante esta lamentable circunstancia, es que cualquiera de ellos, hasta al más anodino, han demostrado ser diez veces mejor que el pretendiente de dictador que habita Palacio Nacional. Cuando un sujeto se piensa dueño del país, ha llegado el momento de colocarlo en el lugar que le corresponde.
Cuando un Presidente de la Republica desprecia el marco del derecho y viola las leyes nos hemos dado los mexicanos, es un delincuente, y en ese papel el único trato que merece es la aplicación de las leyes. Y para ser más claros, los delincuentes que lo acompañan también debieran recibir el mismo trato. Los mexicanos merecemos respeto, y así como ellos violan el marco del derecho con tal de apropiarse del país, nosotros tenemos el derecho de despreciarlos y de combatir su ineficiencia.
Por desgracia los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación han claudicado ante el avasallamiento que de ellos hace el Presidente de la Republica, y eso quiere decir que han dejado de ser los defensores de nuestra constitución, porque hasta ahora no han combatido las demenciales disposiciones de Andrés Manuel López Obrador quien prende convertirse no tan solo en un tirano, sino en un peligroso dictador. Ya comenzó el camino, y solamente quedaremos como valladar de sus apetitos de poder la sociedad civil organizada, los grupos de poder, y las organizaciones patronales y económicas.
Por lo pronto la muestra de valentía la pone Gustavo de Hoyos Walther, Presidente de la Confederación Patronal Mexicana, quien ahora nombra al Exsecretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, como su vocero especial para la defensa del Estado de Derecho. Ante la nimiedad de dirigentes partidistas como Alejandro Moreno Cárdenas, quien lamentablemente fue elegido para encabezar esa fuerza opositora que antaño fue la que mayor tiempo ha ejercido el poder, hasta ahora con su silencio ha dado a entender que tiene y mantiene similitudes con el proyecto dictatorial de Andrés Manuel López Obrador.
Si Javier Lozano logra conciliar fuerzas entre tricolores, amarillos, blanquiazules, verdes y movimiento ciudadano, lo previsible sería la conformación de un frente opositor que podría verse reflejado en la siguiente elección con amplias posibilidades de ser arropado por esa masa amorfa que es la sociedad civil, que ya está harta de los excesos no tan solo de Andrés Manuel López Obrador, sino de los mismos representantes populares del Movimiento de Regeneración Nacional. En los siguientes meses observaremos de que lado está la política. Al tiempo.
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