Definitivamente no hay buenas noticias para los mexicanos en general. Las cosas no están
saliendo como se planearon, y la contingencia por el coronavirus evidenció las innumerables fallas que presenta la mal llamada Cuarta Transformación, porque hasta ahora la única certeza que tenemos es que este año pinta para ser uno de los peores de la historia del país, y la caída del producto interno bruto será muy lamentable.
Para decirlo de otra manera, entre el coronavirus y la impericia presidencial, se ha construido uno de los mayores desastres de nuestra historia.
De acuerdo al Bank Of America, la actividad económica podría caer hasta un treinta y cuatro por ciento en el segundo trimestre del año, por cierto el de mayor confinamiento poblacional por causa de la pandemia, y eso quiere decir que será uno de los momentos más álgidos por las implicaciones que tendrá en el sector primario y secundario, así como el impacto en los deciles más desprotegidos de la sociedad.
Pero también abona a esa incertidumbre la falta de pericia de un gobierno que piensa que las simples palabras presidenciales son suficientes para que los hechos ocurran. o que la fuerza moral del presidente nos protege de la pandemia.
El problema mayor será la debilidad económica gubernamental por los dispendios clientelares presidenciales ante una grave eventualidad como lo es el coronavirus, y sus lesivos efectos en todos los procesos de la economía mundial.
Que bueno que se apoyen con programas sociales a los sectores marginados, porque quizá sea la única esperanza para su sobrevivencia, pero las previsiones hasta ahora resultan catastróficas por las predicciones de una grave caída del Producto Interno Bruto, como lo señaló el Bank Of America.
La actividad económica podría tener un brutal descenso del treinta y cuatro por ciento en el segundo trimestre del año, y lo peor es que será en las fechas del confinamiento mayor.
Según los especialistas, también habrá una contracción de la demanda externa y una brutal caída de los precios del petróleo. Esta circunstancia desde luego que pondrá en aprietos a las finanzas públicas, y el camino del financiamiento externo podría convertirse en una debacle como ha ocurrido en otras ocasiones.
Lo peor de todo es que la política económica del Gobierno Mexicano no podrá siquiera paliar un poco los efectos nocivos ya que las medidas fiscales son inferiores al uno por ciento del Producto Interno Bruto, y mientras no haya un cambio en la política para enfrentar la emergencia económica, y ante el débil crecimiento que se presentará, lo previsible podría ser una debacle financiera si se sigue manejando la economía con desaciertos propiciando inestabilidad e incertidumbre.
Si Andrés Manuel López Obrador no da un giro a su política clientelar, lo que podemos esperar es que no exista dinero ni siquiera para la manutención de hospitales cuando se recrudezcan los efectos de la pandemia.
La ligereza con que se ha conducido estos meses el Presidente de la Republica habla de una brutal irresponsabilidad, impericia, o de una ignorancia infinita y caprichosa.
Estamos hablando de millones de mexicanos que podrían pasar hambre, y ningún programa social alcanzará para paliarla. Lo que puede surgir de esta circunstancia es el caos. Así de simple.
Al tiempo.
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