Diversos actores sociales, periodistas, académicos, empresarios, y una gran cantidad de
hombres y mujeres de pensamiento avanzado, han comenzado a señalar la necesidad de que México vuelva a ese neoliberalismo que Andres Manuel López Obrador tanto utilizó como bandera opositora, pero que estaba entregando mejores resultados que los obtenidos por el Modelo implementado por la mal llamada Cuarta Transformación, que con los pírricos resultados hasta ahora, pudiera lleva al país al desastre.
Es cierto que teníamos un México imperfecto, pero tenía y mantenía lo que ahora hace mucha falta. El problema es que en el poco tiempo que llevamos con este gobierno hemos perdido de forma planeada y controlada los estándares de libertad que mantuvimos desde la culminación del Movimiento Social de 1910, y desmantelado una economía basada en la libre competencia, y que con todo lo que se diga nos permitía tener y mantener estándares de bienestar que ahora no tenemos, y oportunidades que desaparecieron. México no ea un país perfecto, pero los mexicanos ya no tienen acceso a las oportunidades de desarrollo.
Y no es que lo hayan perdido, es que nos lo quitaron al pretender imponer un proyecto surgido de la mente calenturienta de un grupo de facinerosos de la política, en la que se incluye el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador, y cuyos beneficios solamente son entregados y distribuidos entre los principales hombres y mujeres que lograron incrustarse en los altos cargos de la burocracia morenista, que de manera cínica continúan con la tradición del enriquecimiento a base de actos de corrupción.
Insisto, teníamos un México que no era perfecto, pero tenía muchas cosas que ahora no tiene. Por principio de cuentas había un Seguro Popular en el que todos podíamos inscribirnos para obtener esa seguridad social hospitalaria que ahora no tenemos, y mantener esas guarderías que tanto ayudaron a madres solteras o familias en las que tanto el padre como la madre tenían que trabajar, para alcanzar una mejor calidad de vida. México tenía un programa de acceso a medicinas para los pobres, y también un sinnúmero de comedores comunitarios. Había refugios para mujeres y un Instituto que daba oportunidades de desarrollo a jóvenes emprendedores.
Insisto, teníamos cosas de las que ahora carecemos, y el mejor ejemplo es que ya no se combate al narcotráfico porque ahora se tiene y mantiene amistad y consideración con la familia del más grande asesino que ha tenido el país, y en el colmo del cinismo el Cartel de Jalisco Nueva Generación cuenta con la permisibilidad para circular por todas las carreteras presumiendo su poderío armamentístico. Antes respetábamos a nuestras fuerzas armadas, pero ahora mantenemos a nuestros soldados en los cuarteles y mandamos a operar a una Guardia Nacional cuyos integrantes ya establecieron vínculos con la delincuencia organizada.
México tenía muchas otras cosas, como una autoridad electoral autónoma que ahora está siendo manipulada por el partido en el poder, una caterva de representantes populares serviles expectantes a los deseos de quién sigue destrozando al país desde Palacio Nacional, pero lo peor de todo, es que en México la libertad de expresión se convirtió en censura y amenazas, y no podemos exigirle resultados a quien detenta el poder sin el peligro de recibir agresiones físicas. Pero hay algo que no ha desaparecido porque Andrés Manuel López Obrador no lo ha querido: el gobierno corrupto e ineficiente que sigue manteniendo los mismos estándares de malandronería que los de antes, y la protección a los delincuentes a quienes todo se perdona. Así de simple. Al tiempo.
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