Navegante a la deriva

Dicen que cada quien piensa como le va en la feria, y en el caso específico de la gobernanza de este país me parece que las cosas no están saliendo bien para el gobierno y mucho menos para los mexicanos de todas las latitudes de nuestra geografía. Los mínimos de bienestar que alcanzaron las clases pauperrimas de todos los rincones están escaseando, y en muchas partes la miseria se está apoderando de grandes conglomerados porque hasta ahora los indices de la economía van de mal en peor.

Y no se trata de criticar simplemente por ejercicio cotidiano, sino de levantar la voz por aquellos que están padeciendo los desatinos de un régimen que no termina de cohesionarse, y donde las ocurrencias forman parte de lo que otrora se denominaban proyectos, planes y programas de índole social, regional, político, gubernamental, que le otorgaban sustento y eficacia al ejercicio de gobierno. Hoy solamente nos estamos acostumbrando a escuchar lamentos, diatribas, acusaciones al pasado, y una estela de propaganda que exalta al líder y a su proyecto de gobierno. 

Por cierto, habrá que señalar puntualmente que un proyecto de gobierno es un documento elaborado y presentado por las organizaciones políticas que compiten en una elección, proponiendo un diagnóstico y una visión del desarrollo, con objetivos puntuales, políticas públicas útiles, acciones prioritarias, y estrategias y metas regionales para consolidar el objetivo primordial de todo gobierno. En este contexto, la gobernanza es esa parte que en cualquier estrategia mide la eficacia, calidad, orientación, y buena intervención del Estado, y que por consecuencia incrementa la legitimidad de quién encabeza el gobierno.

El problema para este país es que Andrés Manuel López Obrador no está entendiendo cuales son sus principales obligaciones, y por desgracia hasta ahora están por encima las obsesiones de un líder populista que no entiende que los parámetros a los que pretende cambiar de nombre no son simplemente imposiciones del neoliberalismo, sino datos duros con los que se miden las acciones de gobierno y el impacto en los sectores poblacionales. Eso es lo que permite determinar a quienes se tiene que apoyar, y no simplemente para ganar votos en la siguiente elección. 

Pero como he dicho en diversas ocasiones, las mentiras presidenciales se siguen acumulando y hasta ahora, a menos de dos años de ejercicio, podríamos realizar una recopilación muy abundante de los dislates en que el señor López muestra su infinita ignorancia del ejercicio de gobierno. Cambiar la denominación del Producto Interno Bruto por Bienestar no le hará ganar más adeptos, por el contrario, la pobreza no se puede ocultar, y menos la ineficiencia de un gobernante.

Hay un avión que no se vendió porque no era atractivo para los compradores y pagamos mucho dinero por mantenerlo estacionado en Estados Unidos. También se está haciendo una rifa del engaño, porque no incluye un avión. El señor Presidente negaba una pandemia y aconsejaba a la gente a que saliera a las calles y se abrazaran, y hoy por desgracia estamos confiados en nuestros hogares y los estúpidos que nos gobiernan están  haciendo compras de pánico en China y ocultando la cifra de defunciones para no crear pánico. Para colmo de males, se impuso la idiotez de seguir quemando petróleo para generar electricidad a la vez que se cancelaron todos los proyectos de energías limpias. ¿Qué poca, no? El Destructor en toda su maldita dimensión. Al tiempo. 

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