Hasta ahora muchas veces nos han dicho y sentenciado que tendremos que
acostumbrarnos a una nueva normalidad. Francamente no sé qué haya querido decir con eso el señor Hugo López Gatell, encargado de dar la cara por lo que está haciendo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en esta crisis sanitaria que nos ha tocado enfrentar en los últimos meses. Muchas veces lo hemos escuchado decir mentiras, y pareciera que está forma de comunicar con verdades a medias y mentiras completas será la identidad de este sexenio.
Hasta ahora muchos especialistas han sido reiterativos al señalar que este país no está preparado para que las medidas de seguridad impuestas a causa del fenómeno del coronavirus nos lleve a buen puerto, es más, los científicos dudan mucho no tan solo de las medidas que se han implementado desde el Gobierno Federal, también de la palabra del señor López Gatell y del propio Presidente Andrés Manuel López Obrador. Desconozco si la mentira sistemática será la identidad del actual gobierno, pero los principales funcionarios están mintiendo compulsivamente.
El Presidente de la Republica ha utilizado la mentira como una de sus mejores armas, y no es que pretenda denostarlo, pero en sus disertaciones públicas incitando al odio utilizó recursos discursivos que en la mayor parte de las veces no fueron más que simples reseñas y acusaciones sin sustento de sus adversarios, sabedor de que la gente que acude a sus concentraciones son correligionarios del partido que formó para alcanzar el poder, y creerán lo que él les diga porque ahora son los beneficiarios de los programas sociales que instrumenta con el dinero de todos los mexicanos.
La compra de popularidad que realiza el señor López Obrador la pagamos quienes tributamos, y lo hace de forma cínica porque sus adeptos están incluidos en las listas de beneficiarios de los diversos programas sociales que se han sembrado en todo el país. Para decirlo más claro, la gente no va espontáneamente a sus concentraciones, van porque se les pasa lista y está latente la amenaza que de no acudir se terminara dicha ayuda, que por cierto ahora se entrega cada dos meses.
Pero es importante señalar que nunca habrá dinero él suficiencia para mantener a los más de noventa millones de personas que tenemos en estado de pobreza por todas las regiones del país. Poco le importa al señor Presidente de la Republica poner en riesgo a la gente, y más cuando de comenzar a sembrar la discordia como estrategia para la elección intermedia, porque quiere seguir conservando la mayoría en el Congreso para seguir manipulando las presuntas listas de beneficiarios y asegurar la posibilidad de su reelección.
Así funcionan los gobiernos populistas de Centro y Sudamérica, y quienes alcanzan el poder son reacios a dejarlo por la estela de corrupción y la forma tan cínica y grosera en que utilizan el dinero de los ciudadanos. De esa madera está hecha Andrés Manuel López Obrador, y hasta ahora ningún gobierno populista ha disminuido la pobreza ni manejado eficientemente las finanzas. Basta hacer una revisión de Centro y Sudamérica donde los gobiernos populistas están prácticamente en quiebra. Para allá vamos. Al tiempo.
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