Sin lugar a dudas la batalla por la elección intermedia ya comenzó. El propio Presidente de la Republica ha
estado afinando su estrategia y dialogando con quienes se encargarán de implementarla para no perder el control del Congreso, ya que eso significaría la ruptura del proyecto y dejar de lado la posibilidad de legislar para su reelección. No es algo novedoso lo que está ocurriendo, porque cualquier analista que haya estudiado el fenómeno de los gobiernos populistas del Cono Sur del Continente, entiende hacia donde se quiere dirigir Andrés Manuel López Obrador.
Mucho ha disertado sobre sus imaginarios adversarios, a quienes tilda de conservadores, neoliberales, minorías rapaces, oposición retrógrada, y cuanto epíteto se le ocurre en el momento. Hasta ahora los gobernadores de los partidos de oposición han mantenido el respeto a la investidura y la concordia republicana, incluso los ocho gobernadores del Partido Acción Nacional que grabaron un video para dar a conocer su posicionamiento ante los embates que han recibido por parte de la Federación, lo refirieron con respeto y comedimiento.
El problema es que hasta ahora los partidos de la oposición están muy desdibujados y disminuidos, y ese ha sido un plus en contra porque sus voces no preocupan por ahora a quien detenta la Primera Magistratura. Enrique Alfaro de a Movimiento Ciudadano ha marcado la diferencia y enfrentó y confrontó con decisión los desmanes que pretendieron organizar las huestes afectas al Presidente en la Capital de Jalisco y municipios aledaños. Y por lo que corresponde a los tricolores, Alejandro Moreno, su principal líder, no pinta, no ata ni desata, y mantiene muy preocupada a la militancia cuya decepción los hace pedir a gritos que se vaya y se elija a otro que tenga tamaños.
Si algo le puede preocupar a Andrés Manuel López Obrador es esa sociedad civil que parece haber encontrado el camino a través de una amorfa organización que se denomina Frente Nacional Anti Amlo, cuyo acrónimo FRENA ha permeado en diversos sectores sociales, y que al parecer ha comenzado a preocupar al propio Presidente de la Republica ya que se ha referido a ellos de forma poco grata, y ese es el principal indicativo de que comienza a molestarle el activismo que despliegan y el impacto que están capitalizando.
El problema para el señor Presidente de la Republica es que el líder visible de este movimiento, Gilberto Lozano, ha hecho crecer el número de adeptos y lo confronta en diversos campos de batalla, que van desde las redes sociales, las ciudades del interior del país, en las carreteras, en los medios de comunicación, y sobre todo en la organización de nuevos adeptos en las partes donde el prestigio y la figura presidencial ha comenzado a disminuir. Tanto le han dolido los epítetos, que de inmediato ha dado instrucciones para que ese equipo de más de seiscientos muchachos que trabajan la parte de las redes sociales sigan intentando minar el liderazgo que hasta ahora ha alcanzado.
Seguramente Gilberto Lozano y quienes lo apoyan también cuentan con un equipo de redes similar al del Presidente, porque ha comenzado a calar hondo el activismo social encaminado a buscar su renuncia o revocación de mandato. Hasta ahora los partidos antagónicos se han mantenido con bajo perfil, pero lo previsible es que en cualquier momento también tengan que sumarse a esa sociedad civil que hasta ahora comienza a preocupar a la mal llamada Cuarta Transformación. Si a ello sumamos la barrabasada en la mañanera pronunciada por el mismo Presidente de la Republica, de que no se puede tocar a tres personalidades e instituciones: al Presidente. Al Ejército y a la Virgen de Guadalupe. Vaya forma de pretender convertirse en mártir. Al tiempo.
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