Sin lugar a dudas para ejercer el poder hay que tener y mantener condiciones precisas en cuanto a los fines inmediatos, mediatos y de largo plazo.
Pero también hay que señalar aquel adagio popular que dice “"el que mucho abarca poco aprieta”, y esa es la mejor descripción de lo que está ocurriendo en el país desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la Republica. Nada se hace si él no lo autoriza, nadie se mueve hasta que recibe instrucciones, y para colmo de nuestros males, hasta ahora nadie se salva de la incapacidad.
Para decirlo mejor, la concentración del poder al más puro estilo de los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana, está destrozando el destino de millones de mexicanos. Volvimos a los tiempos del “"México de un solo Hombre”, y la razón es que para desgracia nuestra Andrés Manuel López Obrador se formó en ese PRI hegemónico que todo lo decidía, que todo lo organizaba, en el que nadie se movía porque no salía en la foto, en donde la disciplina se imponía de forma vertical y la indisciplina se castigaba con el ostracismo.
Contra ese PRI lucho muchos años Andrés Manuel López Obrador y le llamaron “loco”, y lo despreciaron por su carencia de disciplina partidista y sus ideas populistas, hasta que un día decidió marcharse. Así de simple es la historia para explicarnos el fenómeno gubernamental que hoy mantiene preocupados a la mayor parte de los mexicanos. El actual régimen no dista mucho de los anteriores, porque sigue siendo de un solo hombre. Nada se mueve sin su autorización, nada se hace si no lo ordena, y eso explica la amplia concentración del poder que ahora ejerce, porque aprendió y creció con las viejas prácticas tricolores.
El problema para los mexicanos de esta generación es que no sabe hacerlo de otra forma, su ADN sigue estando en la rancia forma de operar que tuvieron y mantuvieron los tricolores. El Movimiento de Regeneración Nacional nació a semejanza de los tricolores porque López Obrador no tiene una pizca de demócrata y concentra todas las decisiones. Hasta ahora nada escapa de su control, nadie toma decisiones sin su autorización, esta probado y comprobado, y seguirá haciéndolo con el mismo estilo porque no concibe el ejercicio del poder sin ese absolutismo en el que se formó.
Engendro y se hizo líder del Partido de la Revolución Democrática, lo utilizó para llegar a la Jefatura de Gobierno de la a Ciudad de México, y una vez que dejo de serle útil, se llevó a la mayor parte de la militancia para formar el Movimiento de Regeneración Nacional. Así de simple es la historia, y aquellos que le ayudaron a encumbrarse hoy lo lamentan. Y para muestra de su mendicidad está el caso de Rosario Robles, quien hizo de todo para que ganara la Jefatura de Gobierno de la Capital de la Republica, y hoy la mantiene en la cárcel.
Ese es el talante de quien ahora gobierna un país de más de ciento veinte millones de mexicanos. Insisto, y seguirá haciendo las cosas de igual manera porque no sabe hacerlo de otra forma. El problema es para todos los mexicanos de todas las latitudes, porque estamos ante una regresión histórica de un régimen hegemónico de un solo hombre cuando hemos transitado hacia un sistema con mayor carga democrática, y solamente tenemos una oportunidad para evitar el derrumbe de lo que tanto tiempo nos costó construir: la elección intermedia. Así de simple. Al tiempo.
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