Nunca habíamos padecido una zozobra como la que ahora vivimos en todos los rincones del país con el Coronavirus, o Covid-19 como prefieren llamarlo los especialistas.
Y no es que la pandemia nos haya agarrado con los dedos detrás de la puerta o que no hayamos creído en ella al principio como lo manifestaba irresponsablemente el Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien contrariamente a los especialistas aconsejaba en sus conferencias mañaneras que nos abrazáramos, que no había peligro alguno, que no pasaba nada, y todo iba a estar bien.
El tiempo y la gravedad de lo que ahora ocurre mostraron el verdadero rostro de la ineptitud, la desverguenza y la ignorancia de quien conduce los destinos del país. El problema es que no tan solo existen fallas en torno al fenómeno de las infecciones que en gran parte se ha propagado por el desconocimiento y la terquedad de las instituciones encargadas de la salud pública por mantener una sesgada verdad acerca del control sanitario en la mayor parte del país, lo que no deja de ser otra más de las constantes mentiras del irresponsable sujeto que ocupa la Presidencia de la Republica.
Nunca nos preparamos para esta pandemia porque ni siquiera los especialistas de la salud sabían a bien de que se trataba, comenzando principalmente por el que fue elegido como vocero, Hugo López Gatell, para que todos los días estuviera señalando lo que ocurría y aconsejara el tipo de comportamiento colectivo que tendríamos que adoptar los mexicanos para alejarnos de los perniciosos efectos de contraer el virus originado en China. Dar clases de cómo lavarse las manos fue una estupidez, porque todos sabemos hacerlo y no necesitamos pagarle a un irresponsable subsecretario que ni siquiera entendía lo que él mismo decía.
Caro en muertes le ha salido a este país la sandez de quién desde el púlpito mañanero aconsejaba abrazarnos con tal de minimizar el pánico colectivo. O quizá no sabía lo que en realidad ocurría, pero de cualquier forma muy lamentables nos han salido ese tipo de consejos, porque hasta ayer sumábamos la estratosférica suma de treinta y cinco mil seis muertes, con lo que rebasamos a Italia y ahora vergonzosamente ocupamos el cuarto lugar ente los países que no han podido mantener un cerco sanitario para evitar la pérdida de vidas.
Ayer domingo se reportaron doscientos setenta y seis fallecimientos más respecto al sábado, y más de cuatro mil cuatrocientos ochenta y dos nuevos contagios, además de veintinueve mil ochocientos treinta y nueve casos activos, y setenta y cuatro mil quinientos sesenta y tres personas que se mantienen entre los sospechosos. Mientras tanto el irresponsable Hugo López Gatell señaló que la gente que ha necesitado camas con respirador representa un porcentaje de 39%, liderando la ocupación Tabasco, Baja California, Nuevo León, Estado de México, Puebla y Sinaloa.
Mientras el Presidente de la Republica siga poniendo el mal ejemplo al no utilizar el cubre bocas y minimizando las cifras de muertos, la pandemia seguirá a la alza irremediablemente. Lo peor es que la recesión económica que provocará el virus de la irresponsabilidad presidencial seguirá afectando a las clases más desprotegidas, y es este el momento en que el gobierno debiera instrumentar un proyecto alternativo para evitar que sean cerradas las fuentes de trabajo, pero prefiere seguir incrementando los programas sociales porque tiene temor de perder la elección del año venidero, y eso que significaría una hecatombe para sus proyectos transexenales, o sea su pretensión de elegirse nuevamente, para lo cual necesita tener mayoría en la Cámara de Diputados. Pobre país con la pobreza mental de un Presidente de la Republica extraviado en el laberinto de su propia egolatría. Al tiempo.
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