Qué bueno que le fue bien al Presidente de la Republica en su gira a Estados Unidos donde Donald Trump lo trato como si fuera su amigo desde hace muchos años, y eso lo hacía sonreír a cada rato sintiéndose con la misma estatura del norteamericano. Para decirlo de otra forma, el maestro del engaño resulto engañado, porque lo único que logró fue que el
norteamericano realizará una teatral recepción y una muestra para que los mandatarios de todo el mundo y los propios estadounidenses vean en el a quien debe seguir siendo el hombre que dirija los destinos de la otrora nación más poderosa del mundo.
Y claro está que Don Andrés Manuel López Obrador se sintió soñado, porque estaba impresionado por tantas atenciones del mandatario estadounidense, quien no perdía la ocasión de ensalzarlo y de brindarle un afecto de primera para que se sintiera cómodo. Y en esa comodidad recibió todas las loas posibles que ahora seguramente pensara que son bien merecidas por su trabajo al frente del gobierno mexicano. Nada más alejado de la realidad, porque nuestra lamentable circunstancia habla por sí misma.
El derrumbe de nuestra economía es algo que seguramente le pasara la factura en la elección intermedia si es que los partidos de la oposición tienen la capacidad de unir esfuerzos para ganar la mayoría en el Congreso, y alcanzar acuerdos para el diseño de un destino distinto a la pobreza para los mexicanos de todas las latitudes del país. Pero sobre todo, para revisar exhaustivamente las cuentas que entregue del destino de los caudales públicos que en la mayor parte de las veces se asignan de manera discrecional para los fines del populismo rampante que se ha instaurado en México.
La disposición discrecional del dinero que los mexicanos aportamos vía impuestos para el sostenimiento de los programas institucionales ha sido la constante, y hasta ahora la cuenta pública presenta lagunas por la disposición voluntaria de quién encabeza el Gobierno Federal. Las ocurrencias han sido muchas, y la rendición de cuentas opaca y en algunas ocasiones ocultando el destino. Para decirlo más claro, la entrega sistemática de dinero en las listas de los programas sociales no son reales, porque se utilizan para el apoyo en el crecimiento de la popularidad del líder máximo del país, esa que hasta ahora sigue un proceso de declinación.
Pese a los llamados programa sociales la pobreza crece, y lo peor en estos momentos son los números que se manejan de los resultados del combate a la pandemia del coronavirus. Hasta ahora tenemos doscientos setenta y cinco mil tres caso a confirmados, a los que hay que agregar treinta y dos mil setecientos noventa y seis defunciones, una de las tasas más altas de acuerdo al número de habitantes. El “"no pasa nada y abrácense” ha sido la principal muestra de la desastrosa gestión de Andrés Manuel López Obrador frente a la pandemia.
Lo peor de todo es la irresponsabilidad del propio Presidente de la Republica dando la muestra del desorden personal al evitar el uso del cubre bocas. Pero también cunde la sospecha de que los muertos por coronavirus son muchos más de los que se reseñan en las cifras oficiales. Al desalentador manejo de la economía, y a las ocurrencias de momento de quién conduce al país, habrá que sumar la disposición unilateral del dinero de todos los mexicanos. Mucho presumía de que él era diferente porque no robaba. La pregunta que muchos se hacen es: ¿y de donde salió el dinero para hacer una campaña permanente durante quince años? Ojalá algún día lo responda, porque pulular haciendo mitines en todos lados requiere mucho dinero. Al tiempo.
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