Hay que decirlo con todas sus letras: Andrés Manuel López Obrador y Hugo López Gatell, debieran ser imputados por homicidio doloso.
Así de simple la circunstancia que hemos estado viviendo en los últimos meses en este país, donde las muertes a causa de la pandemia poco importan ante un proyecto que no tiene pies ni cabeza y que dispone de los recursos monetarios de los mexicanos de forma discrecional para afianzar una pretendida cuarta transformación que hasta ahora lo único que ha logrado es empobrecer más a los mexicanos.
Y hay que señalarlo con todas sus letras, porque esa es la parte central del proyecto de gobierno para mantener esa base social que le podría permitir cambios constitucionales para mantener el propósito reeleccionista de quien ahora mal dirige los destinos del país. Las citas del pasado son recurrentes en el discurso presidencial buscando quitar la atención de la lastimosa condición en que ahora se mantienen la mayor parte de los mexicanos. Más que nunca la falta de crecimiento significa el escollo más grande para el señor López Obrador, y lo previsible es que opte por la acumulación de poder y funciones de manera discrecional para mantener su hegemonía aún a costa del rompimiento del Pacto Federal.
Hasta ahora una de las premisas principales de los gobiernos de este país es que centraban sus esfuerzos en la generación de riqueza para sacar del ostracismo a una considerable masa de mexicanos que se incluyeron en los índices de pobreza, pero si algo ha distinguido a Andrés Manuel López Obrador de sus antecesores, es la ruindad de encabezar un gobierno encaminado a reproducir la pobreza para mantener a esa masa amorfa de votantes como rehenes de sus apetitos reeleccionistas. Las predicciones de crecimiento en un menos nueve lo tienen contra las cuerdas, y por eso moverá sus fichas en el Congreso para la acumulación de facultades y poder operar discrecionalmente los recursos públicos.
Y tenemos que reconocer que la Pandemia le vino como anillo al dedo, porque los últimos resultados indican que más de sesenta millones de mexicanos pasarán a engrosar las filas de la miseria, destruyendo lo poco o mucho que los gobiernos anteriores lograron mediante la generación de condiciones para atraer la inversión privada y obtener así oportunidades de incremento de la planta productiva y del empleo, que es el único camino para ayudar a esos mexicanos que ahora pasaron a condiciones de miseria. Más que propiciar crecimiento, lo que le conviene a la mal llamada 4T es ensanchar la franja de pobreza porque significan votos para la consolidación del “Proyecto Bolivariano” que ha sido la identidad de la ruina producida por los gobiernos de los países Centroamericanos y del Cono Sur del Continente.
Andrés Manuel López Obrador está desesperado por implantar su régimen populista y no tardará en apurar a las huestes morenistas a realizar las reformas legales para obtener poderes extraordinarios ante la posibilidad de que sigan creciendo los brotes de inconformidad en todas partes del país. La acumulación de facultades es su única defensa antes que perder el control del ejercicio del poder. Tiene prisa por construir un andamiaje legal con facultades extraordinarias para convertirse en dictador. Comienza a enseñar su verdadero rostro, ese que durante mucho tiempo escondió tras una careta de demócrata. Así de simple nuestra circunstancia. Al tiempo.
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